Soy el primer convencido de que, en estos artículos que doy a conocer cada semana, se me escapan, una vez y otra, errores de sintaxis, que no puedo evitar; tal vez porque, cuando uno tiene ya cumpliditos 85 años, la mente, la memoria, la inteligencia... hacen de las suyas y uno se queda -sin querer, por supuesto- fuera de la raya que divide lo correcto de lo erróneo. ¿No les parece a ustedes que esto es así?

El día 30 del pasado mes se publicó en este periódico un artículo que escribí sobre la Semana Santa de mi pueblo. Lo escribí, como es lógico, con la mejor de las intenciones; con buenas intenciones los escribo siempre, pero me parece oportuno decir que tratándose de temas relacionados con la Semana Santa debí tener más cuidado. Pero no basta. Sin querer se le deslizan a uno errores, lapsus, equivocaciones, despistes... que, muy a pesar nuestro, llegan a los ojos de los lectores, los cuales están en su perfecto derecho de poner el grito en el cielo. Lo digo porque si yo, cada semana, me ocupo de los errores de los demás, no debería caer en el propio pecado que comento en los trabajos ajenos.

Pero yo hablaba de mi error y voy a mostrárselo a ustedes:

"Unas flores, unas luces, unos tronos y unas imágenes que de nada valdrían si no estuvieran íntimamente unidas a la devoción de cada cual". Esta es la frase. Pero, al leer mi artículo, una vez que lo reprodujo "el Día", me di cuenta de lo que yo creo un error. Si cito en la frase los sustantivos flores, luces, tronos e imágenes, cualquier lector se dará cuenta inmediatamente de que hay tres nombres femeninos y solo uno masculino. Me enseñaron, desde pequeño, que aunque haya un solo nombre masculino entre varios femeninos, ha de pensarse en un plural masculino, aunque no falte quien llame machista a esta situación. Siempre lo hice así y, sin embargo, esta vez se me fue el tiro por la culata.

Pero tengo otro problema, amigos míos. Ocurre que una señorita amiga, lectora de mis trabajos, me dice que a ella le explicaron en su día que se ha de tener en cuenta, en estos casos, solo el último sustantivo citado. O sea, el más próximo al adjetivo; así que habría de decirse, por ejemplo, "Juan, Antonio, Federico, Ángel y Juanita son buenas". A mí me parece una atrocidad; pero he de reconocer, sin embargo, que lo que a mí me explicaron en su día tampoco parece muy... ¡fino! ¿Por qué ha de ser necesariamente masculino el plural si la mayor parte de los nombres citados son femeninos? Quede bien claro que, acostumbrado como estoy a hacer las cosas de un modo diferente, el comentario de la joven, a la que creo muy preparada, me deja un tanto atónito. ¿Qué haré de ahora en adelante? ¿Seguiré con mi costumbre de ayer o le haré caso a la nueva generación que, como ustedes saben, viene empujando de lo lindo?

Se me ocurre entonces buscar ayuda ajena. Consulto diccionarios y más diccionarios. Varios de ellos pasan de largo en la cuestión. Pero la ayuda que busco he podido encontrarla en el Panhispánico y en el diccionario del académico don Manuel Seco. Leo en el Panhispánico este ejemplo: "Tiene el pelo y la barba enmarañados". Y luego esto otro: "Apareció vestida con traje y mantilla blancos". Observen ustedes que las palabras barba y mantilla son femeninas. Y, sin embargo, el adjetivo plural se escribe en género masculino. Voy ahora al diccionario de don Manuel Seco y encuentro esta frase: "Si hay varios géneros, domina el masculino: Los puentes y las barcas estaban destrozados".

Aunque los ejemplos que cito me dan la razón, no me fío ni un pelo. Las normas académicas suelen cambiar cada cierto tiempo. Es posible que estemos ante uno de tales cambios. Así que trataré de ser prudente en lo sucesivo.