Convencer, consensuar, conciliar... Son verbos que brotan con frecuencia en la conversación de Juan Ignacio Capafons. El catedrático de Psicología parece tener una confianza inquebrantable en el poder de la palabra. Con esa fe por bandera concurre a las elecciones a rector de la Universidad de La Laguna, una institución, dice, que necesita un nuevo impulso.

Ha hablado de la necesidad de modernizar las mentes de la Universidad. ¿Están obsoletas?

No. Pero veníamos de una universidad que tenía unas reglas de juego y unos objetivos y en la que había un equilibrio entre lo que nos enseñaban y lo que teníamos que usar. Desde el comienzo del siglo es necesario dar un nuevo empujón para actualizarnos en todos los sentidos.

¿Ha intentado hacerse pasar como Bolonia algo que no lo es?

Bolonia busca que la titulación de cualquier europeo sirva en cualquier lugar de Europa y ofrecer una formación viva. Nadie puede estar en contra de esos dos ejes. El problema es cómo se han readaptado algunas cuestiones en España. El papeleo se nos echa encima y es prioritario frente a lo que realmente tiene que demostrar el papeleo: que enseñamos bien, que investigamos bien, que transmitimos el conocimiento...

¿Qué medidas pueden tomarse para aliviar esa sobrecarga de trabajo del profesorado?

Volver a la esencia de lo que significa una buena docencia y una buena investigación. Eso se consigue con indicadores. Una vez consolidados y consensuados, debemos buscar las formas más ligeras, más eficientes, para hacer las cosas. La mejor forma de evaluar es la que el profesor y el alumno apenas notan y que no es una carga añadida a la verdadera carga: formarse, investigar y lanzar esa formación y esa investigación.

Ha hecho mucha insistencia en el consenso.

No entiendo un colectivo como el nuestro si no es capaz de discrepar y, a la vez, de usar esa discrepancia para enriquecerse. Si la discrepancia se usa como arma arrojadiza, impedirá el avance. Hay muchas perspectivas ante un mismo problema y cada uno de nosotros tiene una pieza y entre todos construimos la verdad. Y eso lo da el consenso.

¿Ha estado mal vista la discrepancia en la ULL durante los últimos años?

No me atrevo a hacer un análisis de las historias más recientes de la ULL. No soy el más objetivo (fue portavoz de Renovación Convergente, el grupo del rector, al que sigue perteneciendo). Pero sí creo que eso es mejorable. Si soy rector garantizaré que las personas, sea cual sea su estatus, puedan expresar y hacer llegar sus opiniones sin temer represalias.

Ha dejado entrever que si es rector pedirá perdón al grupo de alumnos AMEC por el proceso al que han sido sometidos.

No tengo ningún problema. A mí me tocó ser portavoz de RC en un claustro en el que se abordó esta situación y no me sentí cómodo. La Universidad no actuó de la forma más inteligente ante estos hechos, que era haberlo parado en la convivencia y la mediación. No hacía falta llegar a la inspección para que luego los tribunales dictaminaran que los responsables de la ULL estaban equivocados.

¿Qué papel asigna en sus planes a la inspección?

Es el último recurso. Además, debe ir en positivo, para potenciar los aspectos que hay que cambiar. Si se encuentra suficiente información hay que actuar, como también actúan los tribunales. Si alguien se siente pisoteado por la ULL, hay tribunales para reclamar lo que se considere oportuno.

¿Qué medidas puede aplicar para evitar que muchos alumnos abandonen o no puedan acceder a sus estudios por motivos económicos?

En mi equipo hay dos vicerrectores para el alumnado. Si bien es malo que alguien pierda su empleo, peor es que ni siquiera pueda llegar a formarse para desempeñar un trabajo digno. Si se consiguió no despedir a ningún profesor -un mérito del actual rector-, el siguiente rector debe tener como estandarte que ni un solo alumno se quede fuera por problemas económicos. Una de las medidas será reclamar ante la sociedad canaria y sus dirigentes e, internamente, diseñar las medidas de urgencia, bolsas económicas que permitan una reacción rápida.

¿En qué sentido modificaría la normativa de permanencia?

Profundamente. Está causando muchos perjuicios. Se aprobó porque se entendía como algo revisable -y efectivamente así fue: este año podrá modificarse- y porque el Consejo Social hizo presión para que se aprobase de una determinada manera. La permanencia tiene que motivar al alumno, que sabrá que hay una norma que le impide relajarse en sus obligaciones, pero no es bueno que el miedo sea el principal instrumento para que un alumno estudie.

¿Es posible revisar la fusión de centros y departamentos?

Hay descontento con el proceso y su resultado, no sé si absoluto, pero sí importante. Muchos no se sintieron escuchados. Además, no veo los criterios exactos para la fusión. Quiero empezar una labor de consulta para ver si puede haber un resultado mejor. Si es así, procuraremos que el Gobierno entienda que hay que rectificar. En los departamentos es aún más sencillo, porque la ULL tiene potestad para remodelar la fusión. No se trata de tirarlo todo por la borda. La fusión es necesaria, y en algunos centros ha tenido un resultado notable. En otros no. En mi facultad, que ahora se llama Ciencias de la Salud, ha generado desgarro.

Ha dicho que no va a permitir un nuevo recorte de un millón de euros a la financiación de la ULL.

Si nos recortan más, nos vamos. No porque creamos que somos más que nadie, sino porque somos responsables y muy conscientes de la misión que se ha depositado en nosotros. Sin formación universitaria cae, como fichas de dominó, el resto de la formación.

¿Qué consecuencias tiene seguir con unos estatutos que no están adaptados a la ley?

Es urgente convocar a los grupos claustrales para empezar a estudiar la reforma de los estatutos. Lo importante es convencer a los colectivos de que no se trata de ganadores y perdedores, sino de que los estatutos deben ser para la comunidad universitaria. Los vicerrectores han sufrido la situación de tener que ir en zigzag para no ir contra los estatutos y, a la vez, respetar la ley. Son asuntos muy serios, de profesorado, de contratación... El equipo de gobierno tendrá que convencer al Claustro y a la comunidad universitaria de que estamos gobernando para todos y no solo para sectores o grupos particulares.

Convencer a todos, no solo a grupos o sectores

Juan Ignacio Capafons se refiere con serenidad a la polémica que rodeó el inicio de su candidatura. Miembro y exportavoz de Renovación Convergente (RC), el grupo claustral al que pertenece el rector Eduardo Doménech, se "bajó" del proceso para elegir un candidato en el seno de la formación. Lo hizo cuando comprendió el "error de pensar que ser candidato a rector es ser el candidato de un grupo". Esta idea, argumenta, es una "reminiscencia" de cuando el rector era elegido por el Claustro. Ya hace unos años que la votación corresponde a la comunidad universitaria. Hay, por lo tanto, "división de poderes: por un lado está el legislativo y por otro el ejecutivo". Su objetivo ahora es que su programa y su equipo convenzan, no solo a un grupo o sector, sino a toda la comunidad. "Y si convencen a toda RC y Olga Alegre -la aspirante respaldada por el grupo- no recibe ni un voto, ella no dejará de ser componente de RC, igual que no dejaré de serlo yo si ocurre a la inversa. Esa es la gran ventaja de la democracia", concluye.