Iba para físico, hasta que cayó cautivado por la música y la palabra. Ismael Serrano (Madrid, 1974) refiere de esa compañera sencillamente única que "siempre he vivido con ella", y también descubre cómo siendo alumno de Astrofísica, mientras se afanaba en observar las estrellas y a la vista de la bóveda celeste que se abría en interrogantes, ya soñaba con poder entregarse al antiguo oficio de juglar.

Acaso el azar, o alguna afortunada alineación astral, quiso que su tiempo coincidiera con la "efervescencia" de la nueva canción de autor, junto a nombres como los de Pedro Guerra, Javier Álvarez, Jorge Drexler...

De aquel espíritu veinteañero queda cierta melancolía y un rico imaginario, si bien han cambiado los escenarios "sigo entendiendo este oficio como un viaje", una constante búsqueda.

Ahora parece rememorar los caminos de la historia y tras hacer las "américas" detiene su paso en las Islas, donde desembarca ligero de equipaje: una guitarra al hombro, un puñado de alegres ritmos, mucho que cantar y contar y el propósito de compartir hoy en el teatro Guiméra (21:00 h.), todo ese universo de nuevas sensaciones que propone "La llamada", que hace referencia a las tradicionales llamadas del carnaval uruguayo, convocadas a golpe de tambor.

En esta gira, el artista acompaña cuerdas y voz con los registros de un pianista y un percusionista, una propuesta que ofrece un montaje audiovisual y que desprende carácter de "celebración" y que invita a "levantar la mirada y festejar el hecho trascendental de que estamos vivos y rebeldes", ahuyentado los lamentos y ese aire de derrota y resignación que se había instalado en ciertas interpretaciones y maneras de ser.

En un ejercicio de autocrítica, Ismael Serrano cree que "a veces he pecado de un exceso de solemnidad, en ocasiones de un gesto demasiado grave y serio", que incluso, afirma, ha podido significar un alejamiento de la realidad. Así, y sin renunciar a la arrogancia que se requería con veintitantos años., "más cuando uno escribe canciones comprometidas, con el tiempo te das cuenta de que es saludable desprenderse de ego y de los prejuicios".

Por eso sostiene que "toda lucha debe estar traspasada por la alegría". No resulta casual que los temas que se incluyen en este trabajo los haya compuesto Ismael Serrano "a partir del ritmo", para después incorporar las melodías, en la idea de que "la lucha destila el optimismo del candombe, de la bachata, el son caribeño, la samba e incluso el reggaetón", pero con su inconfundible sello.

Como padre de una niña de poco más de un año, Ismael asume el cambio que ha representado en su vida esta formidable experiencia, que se manifiesta en su inspiración, en su análisis e interpretación de la realidad. "Ahora sí cobra sentido hablar de regreso", de igual forma que alcanzan una nueva dimensión y se llenan de contenidos conceptos como "las despedidas o las distancias".

Precisamente, el disco comienza con una canción que dice así: "Apenas sé nada de la vida", según el cantautor "el mejor punto de partida a la hora de pensar qué enseñanza podría dejar a mi hija". Esa ya irremplazable presencia, admite, lo reafirma en sus convicciones y en que resulta preciso "cambiar el mundo".

A propósito, los signos de cambio que ya se están comenzando a percibir a la vista del nuevo escenario político los considera "muy saludables", sobre todo porque tienen su origen en "iniciativas ciudadanas que plantean romper los moldes de la vieja política, cómplice del desmantelamiento de los derechos sociales y las libertades".

Serrano dice observar con agrado "que llegue a nuestro país una corriente de aire fresco y renovador", impulsada por "una nueva generación de actores políticos que reclama su lugar".

En opinión del cantautor, también se hace preciso en un contexto como el actual reformular los sueños y las utopías. "Acaso las utopías, tal y como las conocimos hace años, no resultarían aplicables en el nuevo marco que se está comenzando a articular y quizá se estén reclamando otras respuestas".

Y recuerda Serrano "aquellos dogmas de la época de mis padres que parecían irremplazables, a los que nos habíamos acostumbrado como elementos inamovibles", cuando la nueva sociedad los ha ido desterrando y "aquel horizontalismo se ha superado por los retos y circunstancias que demanda la voz de la ciudadanía".

Esta coyuntura de crisis "terrible y devastadora", dice el cantautor, también es responsable, con la complicidad de los poderes, de la situación de precariedad que está sufriendo una gran parte de los ciudadano, un surge este nuevo trabajo discográfico.

Precisamente, Ismael Serrano se pregunta con espíritu de autocensura "si los músicos hemos estado a la altura de las circunstancias", en la idea de que han permanecido, en general, contemplativos y estáticos, como testigos mudos de lo que pasa.

"Todo nuevo movimiento social requiere un himno, una banda sonora" que refuerce el relato con un acompañamiento musical. "Y ciertamente, a los músicos toda esa realidad nos ha cogido con el paso cambiado".