Cuando en la madrugada del pasado domingo, 12 de abril, efectivos de bomberos de la ciudad de Las Palmas, junto a los servicios de Salvamento Marítimo, constataron la imposibilidad de controlar y extinguir el incendio que se había desatado en el buque de bandera rusa "Oleg Naydenov", amarrado a puerto, las autoridades marítimas barajaron diferentes alternativas hasta inclinarse por sacar el buque a mar abierto.

Del análisis de los factores, y una vez los técnicos sopesaron las posibles alternativas, se decidió que la mejor opción suponía alejar el buque de la zona portuaria, en prevención de una explosión que podría afectar a personas y también a diversas instalaciones.

La razón que aconsejó adoptar tan "urgente necesidad" se explica, tal y como detalla un informe, por el riesgo evidente de una probable explosión del pesquero, consecuencia directa de las altas temperaturas, por la presencia en el interior del buque de botellas de oxígeno y acetileno, más la inflamación de los gases contenidos en los tanques de combustible.

A la vista de estas circunstancias, los responsables del operativo concluyeron que mantener amarrado el pesquero a puerto -concretamente en el Dique Reina Sofía- habría puesto en "serio peligro la seguridad de las personas, la integridad de las instalaciones portuarias y el litoral de levante de la ciudad", se especifica.

Además, se consideró que en el supuesto de que el incendio se extendiera, la explosión de las botellas de acetileno que portaba el buque, junto con la emisión de los gases de la planta de refrigeración y la inflamación del combustible del pesquero (alrededor de unas 1.500 toneladas) provocarían vertidos contaminantes en las aguas de la bahía de Las Palmas y, asimismo, en las playas de Las Alcaravaneras y La Laja.

También existía el temor fundado de que el incendio pudiera contagiarse a otros buques atracados en puerto, así como afectar las tomas de agua de la planta potabilizadora de Las Palmas.

Ante tal escenario, se trazó el rumbo hacia un punto que reuniera unas condiciones específicas de "resguardo y abrigo suficientes", a fin de asegurar el buque, previo a su retorno a puerto, taponando las descargas, tomas de mar, control de la inundación y de la escora.

Y también se había previsto que en caso de hundimiento, las condiciones de la mar, los vientos y las corrientes permitieran asegurar que, caso de producirse una eventual contaminación, los vertidos no afectasen a las personas ni a los recursos costeros, en consecuencia, a la industria turística de las islas.

las claves

Como consecuencia de los daños provocados por el incendio en la estructura del buque atracado en Las Palmas, fundamentalmente por causa de las altas temperaturas, el pesquero ruso se hundió hacia las 22:45 horas del pasado martes, 14 de abril, mientras se procedía a su remolque, precipitándose hasta una profundidad de unos 2.400 metros.

En el momento de producirse el siniestro, el barco contenía en sus bodegas 1.400 toneladas de fuel; 30 toneladas de diesel y otras 70 de aceite lubricante

Las dos manchas contaminantes que se apreciaron en superficie como consecuencia de las fugas ocupaban inicialmente una extensión de 5 y 1 kilómetro, respectivamente, con un espesor "muy escaso", si bien se consideraba por parte de las autoridades marítimas, aplicando una simulación de sus posibles derivas, que no se aproximarían al litoral isleño.