icen que la ignorancia es atrevida. Y he aquí un ejemplo. No soy experto ni conocedor de la ingeniería náutica ni de biomarina o sucedáneos, y seguro que voy a incurrir en disparates, pero... el incendio, con posterior hundimiento y vertido incluido del pesquero ruso cerca de Canarias trae al recuerdo el suceso del "Prestige", que bañó de piche las costas gallegas.

Una vez se produjo el fuego, se toma la decisión de alejarlo para evitar daños mayores, y en esa operación ocurre el hundimiento, con el consiguiente riesgo, ya una realidad, del vertido del fuel que llevaba en sus tanques.

Ante un suceso de estas características, parece que de la noche a la mañana nos hemos despertado siendo islas. Por nuestra condición geográfica, pasan miles de barcos por nuestras costas, con el consiguiente riesgo. Sin embargo, escuchando a algunos especialistas, faltan protocolos. Horas después del hundimiento, el presidente del Gobierno canario se lamentaba de que las aguas interiores estén en un limbo jurídico o que no sean de titularidad autonómica... Puede ser un problema añadido, pero la incidencia precisaba una intervención inmediata para evitar un vertido que pudiera llegar a las costas de las playas.

Alguien dijo que el barco estaba a 2.500 metros de profundidad y que era muy costosa una intervención... Juraría que alguna empresa petrolera llegó a hacer prospecciones no muy lejos de donde está ahora el vertido a unos 3.000 metros de profundidad...

Por muy caro que resulte ese operativo, uno se plantea: ¿no sería peor que el vertido acabara en las costas de un destino turístico de la relevancia de Maspalomas o de cualquier otro enclave del archipiélago canario, máxime cuando el turismo es el principal motor para nuestra economía?

Cuando ya se sabía que el vertido era una realidad, y los primeros cálculos confirmaban que se había "derramado" entre 300 y 1.000 toneladas -como si la cantidad fuera la misma-, plantean mandar un robot que permita inspeccionar qué es lo que pasa en el fondo del mar. ¿Y no podrían haber comenzado por ahí? Lo más triste es que la solución al vertido pasa por las corrientes marinas. e otra forma, tantos adelantos científicos y, al final, se impone la madre Naturaleza. Y menos mal.

* Coordinador de redacción de EL ÍA