Además de esforzarnos por limpiar de forma adecuada nuestra boca, se debe adquirir también el hábito de higienizar, de forma adecuada, nuestro cepillo de dientes. Y es que nuestra boca está poblada por centenares de tipos de microorganismos, que pueden transferirse al cepillo y, mediante su uso, a la cavidad oral.

Caries y periodontitis son las dos enfermedades bucodental más numerosas en adultos y pueden transmitirse, por ejemplo, al usar un cepillo de otra persona o, en el caso de las madres, al limpiar con su saliva el chupete que luego le colocan a su bebé.

Otras infecciones relacionadas con patologías que afectan la salud en general u otras partes del cuerpo pueden también transmitirse a través de este instrumento de higiene que utilizamos a diario, si no seguimos unas sencillas pautas de prevención.

El Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife recomienda a los ciudadanos consultar con su profesional de confianza si tiene dudas sobre el correcto cuidado del cepillo de dientes, que debe ser limpiado siempre tras su uso, prestando especial atención en eliminar residuos de comida o pasta dental que pudieran haber quedado adheridos.

El cepillo de dientes debe dejarse secar al aire, ya que la humedad facilita el crecimiento de microorganismos y, si varios miembros de la familia los guardan en el mismo receptáculo, debe evitarse que estén en contacto entre sí.

El cepillo debe ser reemplazado por uno nuevo al menos cada tres meses. Asimismo, es importante que nos lavemos las manos bien antes de limpiarnos los dientes, para evitar que posibles gérmenes que hayamos acumulado en nuestra piel se transfieran a la boca.

Precisamente, la doctora Maria Geisinger, de la Universidad de Alabama en Birmingham (UAB), advertía, a principios de este 2015, de la posible presencia de gérmenes fecales en los cepillos de dientes, si no se higienizaban de forma adecuada.

Geisinger explicaba que "la mayoría de cepillos están guardados en los baños, lo que los expone a microorganismos intestinales".