A vista de satélite ya se percibe la enorme mancha de fuel, de unos setenta kilómetros de extensión, flotando en la superficie del Atlántico. Afortunadamente, y de momento, se aleja de las islas y se encuentra a más de 170 kilómetros. Pero las circunstancias podrían variar en cualquier momento, según los expertos del Consejo Nacional de Seguridad Marítima. Esta vez hemos tenido suerte y el derrame se aleja de nuestras costas, aunque el impacto de la contaminación en el océano sigue siendo lamentable.

Parece que hasta que salió del puerto de la Luz, envuelto en llamas, las decisiones que se tomaron con el barco siniestrado fueron las adecuadas. Tener un navío de ciento veinte metros de eslora ardiendo junto a otras embarcaciones era un riesgo enorme. Los interrogantes empiezan a lo largo de la extraña travesía que lo llevó hasta el sur de Fuerteventura, frente a las costas de Jandía, y luego de regreso a 15 millas al Sur de Maspalomas, donde terminó hundiéndose y comenzaron a salir parte de las 1.400 toneladas de combustible que transportaba. ¿Quién decidió el rumbo del barco? ¿Dónde lo llevaban? ¿Por qué?

Algunas voces autorizadas admiten que se tenía que sacar el pesquero del puerto, pero que debía haberse remolcado hasta un lugar de la costa de la isla donde los riesgos de un vertido se pudieran minimizar. No es lo mismo situar el barco en alta mar que en un refugio natural, una rada o golfo, donde el impacto puede concentrarse en una pequeña superficie, se puede actuar mejor en la recogida de los vertidos y es posible impedir la salida de contaminantes a través de cercos y sistemas de aislamiento.

Tendremos tiempo de discutirlo, supongo. Pero es algo que, una vez superada esta pequeña crisis, no puede olvidarse. El "Oleg Naydenov" era un barco considerable, pero un pesquero. Nada que ver con los grandes petroleros que se mueven por las islas. Aunque sea remota, existe la posibilidad de que un día tengamos un incidente con un gran barco de carga de crudo y debemos estar preparados. O con un trasatlántico que transporte miles de turistas. Evaluar los sistemas de lucha contra el fuego que están en nuestros puertos y tener un plan de contingencia contra un posible riesgo de vertido, para saber en cada momento y en cada lugar lo que se debe hacer, resulta fundamental. Como ya se ha dicho muchas veces, el ser humano es un animal que tropieza varias veces con la misma piedra. Pero hay que intentar, en la medida de lo posible, no tropezar dos veces con el mismo petróleo, no vaya a ser que la gente se termine mosqueando.

Hemos tenido una enorme potra. Si las corrientes hubieran sido distintas hoy estaríamos hablando de una catástrofe ecológica y turística en algunas costas de Canarias. Pero el viento se ha llevado la enorme capa de pringue lejos de las islas. Qué razón tenía Zapatero. El mundo, al final, no es de nadie. Es del viento, que esta vez nos ha soplado de cara. Más vale que aprendamos a no tentar a la suerte.