Fabián Rivero, el segundo entrenador del Tenerife desde el cambio de Raúl Agné por Álvaro Cervera a comienzos de febrero, perteneció tres años al club que mañana será rival de los blanquiazules. Lo que se encontrará le resultará familiar; no en el caso de las instalaciones ni de los profesionales, pero sí en el del escudo, el uniforme... Veintidós años más tarde, el portuense podrá refrescar los recuerdos de su pasado bermellón.

Después de destacar en el equipo de sus orígenes, el Puerto Cruz, Fabián recibió una oferta del FC Barcelona para que pasara a formar parte de su plantilla juvenil y, en ocasiones, de la del "B". Tras dos campañas en La Masía, Rivero quedó desligado del club azulgrana, pero no tardó en encontrar otro destino de prestigio. Se le presentó la oportunidad de realizar una prueba con el Real Mallorca, que en ese entonces competía en Primera. El atacante convenció a los técnicos y comenzó así una etapa de tres años en la entidad balear.

Como muchos canteranos, Fabián alternó los entrenamientos del Mallorca Atlético con los del plantel profesional, al que se incorporó durante dos pretemporadas seguidas; en ambos casos desarrolladas en la zona del Pirineo francés y con Lorenzo Serra Ferrer como entrenador. Era el origen de la década de los 90.

El ayudante de Agné completó su curso de debut en Segunda B, con el filial rojinegro. Luego, coincidiendo con la Liga del descenso del primer equipo a la ca-tegoría de plata, se marchó cedido al Alcoyano. Pero no fue su única salida a préstamo. En la mitad del ejercicio 92/93, reforzó al Sporting Mahonés y jugó en Segunda B.

Fabián no puso fin a esa fase de su carrera sin estrenarse con el conjunto principal. Lo hizo en una eliminatoria de la Copa del Rey con el Sant Andreu (92/93) como rival. Además, fue convocado para dos partidos de Primera, pero no llegó a tener minutos. Rivero no olvidará nunca el 21 de abril de 1991, día en el que se sentó en el banquillo del Vicente Calderón y vivió de cerca el triunfo insular ante el Atlético, por 0-1. Una semana antes, Serra Ferrer lo había incluido en otra lista, la correspondiente al Mallorca-Sporting disputado en el antiguo estadio del equipo de Palma, el Luis Sitjar, donde Fabián solía competir con el Mallorca "B". Si no, lo hacía en el campo Miguel Nadal. Esa progresión quedó frenada por una inoportuna lesión que le impidió seguir jugando en el tramo final de la Liga 1990/1991.

Después de tres años ligado al Mallorca y de crecer en la generación de Toni Prats, "Chichi" Soler, Vidal, Julián Ronda o Pepe Gálvez, Rivero siguió residiendo en Palma, pero no porque mantuviera una relación laboral con el club rojinegro, sino porque le tocó realizar el servicio militar y aprovechó esa experiencia para jugar en un equipo local, el Playas de Calviá.

Finalmente, en 1994 cambió un archipiélago por otro y regresó a casa para continuar su trayectoria deportiva en el Realejos, Playas de Jandía, con el que se enfrentó al Mallorca B, y Gáldar, con la excepción de su paso por el Manchego en el inicio de la 96/97.