En sus años de gloria, en vísperas electorales, a nadie se le pasaba por la cabeza preguntar a Felipe González si sería el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno. A partir del 96, tras el primer triunfo del PP en unas legislativas, tampoco José María Aznar tuvo ocasión de responder a una pregunta similar. Por la sencilla razón de que todo el mundo daba por hecho que lo serían. Nadie discutía su liderazgo. Ahora, las cosas pintan de otra manera. Entre otras razones porque las encuestas avizoran tiempos de zozobra para los dos grandes partidos que durante tantos años se han repartido el poder en España.

A Mariano Rajoy se le ha preguntado si sería el candidato. No le sorprendió la pregunta. Lo que resultó sorprendente fue la rotundidad de su respuesta afirmativa. Dada su proverbial ambigüedad, se diría que eligió la ocasión para intentar acabar con un runrún que circula por algunos círculos madrileños según el cual algunos dirigentes populares estarían dándole vueltas a una encuesta que pronostica que el PP obtendría mejores resultados en las próximas elecciones generales si Mariano Rajoy no fuera el candidato. Se habla de la encuesta, pero no hay forma de conseguirla. De la misma manera que se habla de reuniones de ciertos dirigentes autonómicos y municipales que dicen estar muy preocupados por el nublado que se les viene encima el próximo 24 de mayo. Gatillazo en las urnas, no tanto por su gestión concreta como por el castigo de los electores a las políticas y los olvidos del Gobierno que preside Mariano Rajoy. De esa preocupación -cargada de lógica- habría nacido, al parecer, no tanto una fronda, un núcleo conspirador, cuanto una reflexión acerca de la necesidad de un relevo que también aparejaría un componente generacional. No estamos en la Gran Bretaña, donde el partido conservador en función de sus mecanismos democráticos internos pudo descabalgar a la mismísima Margaret Thatcher. Aquí, en el caso del PP, la estructura de poder es vertical. Se hace lo que dice el jefe, y punto. Solo hay un pero, que frente a los estatutos de los partidos están los resultados electorales. De momento, todo está quieto, porque lo que hay solo son encuestas; después de los idus de mayo, ya veremos.

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