No tengo suerte. Decididamente no tengo suerte a la hora de escribir estos artículos que les dedico cada sábado en este periódico. Siempre me queda algún cabo suelto o una simple grieta por la que entran, como Pedro por su casa, lectores descontentos que luego me interpelan y me hacen llegar su sorpresa, su incomprensión o su desasosiego. Y lo malo (malo para mí, ser entiende) es que muchas veces tienen razón. Sin embargo...

Hace unos días dije en mi trabajito semanal que en la procesión magna de la Semana Santa de mi pueblo había hecho su primera aparición en público y, por lo tanto, su primer desfile procesional una imagen de la Virgen del Consuelo. Y me atreví a llamarla escultura con la mayor naturalidad. Pero ocurre, amigos, que hay quien no lo admite. Admiten que haya una Virgen del Consuelo, pero no que yo la considere una escultura porque...

-- Usted tiene de la palabra escultura una opinión que no va acorde con la mía. La escultura es el arte de esculpir la madera. Martín de Andújar, Alonso de la Raya y García Ravelo, a quienes usted cita, sí fueron escultores porque sus obras están realizadas con ese material, pero...

Me quedé callado para evitar alborotos de esos que surgen inopinadamente por la más mínima discrepancia. Pero me fui a mi biblioteca para consultar, no solo diccionarios y enciclopedias, sino también diversos libros sobre Historia del Arte. Y tuve suerte. Y me enriquecí. Mentalmente, se entiende.

En el DRAE me fue fácil encontrar estas palabras: "Arte de modelar, tallar o esculpir en barro, piedra, madera, etc., figuras de bulto". Aunque el DRAE es el DRAE, también me metí de lleno en el María Moliner. Y pude leer: "Arte de representar objetos o de crear formas bellas de bulto, con un material cualquiera, como barro, yeso, madera, piedra o bronce". En el diccionario CLAVE, en el que están las manos de mi amigo Humberto Hernández y que cuenta con un prólogo de García Márquez (nada más y nada menos) me dicen que escultura es "arte o técnica de modelar, de tallar o de esculpir figuras en cualquier material". Paso luego a una enciclopedia, concretamente a la DURVAN (Bilbao, 1964) para enterarme de que la escultura es el arte de "expresar las ideas en forma tridimensional". Y se añade allí que hay dos modos de llevar a cabo el trabajo: sustracción (con piedra, madera, hueso u otros materiales duros) y adición, dar forma sobreponiendo o modelando materiales blandos, como la arcilla y la cera.

Saco la conclusión de que la escultura tiene su base en la "justa apreciación y respeto por parte del artista de las posibilidades de las materias primas que ha de emplear para materializar sus ideas". Me entero también de que no se sabe cuándo comenzó a utilizarse la arcilla por vez primera, aunque parece que no fue lejos del valle de los ríos Tigris y Eufrates, en la llamada Mesopotamia. Y me es posible enterarme de este otro detalle: "Además de los egipcios, fenicios, griegos, persas y etcétera, también en la Italia de los siglos XIII y XIV, además de la arcilla y la cera, se empleaban el estuco y el yeso para esculpir" . O para modelar, que tanto monta. Y me enriquezco cuando leo que se hacían formas, no solo zoomorfas, sino antropomorfas, que parece lo mismo, pero no lo es. Y sé que se tallaban o modelaban dioses, faraones, reyes, mujeres vestidas, hombres desnudos, retratos, medallones, figuras de Nacimientos. Lo importante parecía ser esto de "estimular el naturalismo al más alto grado". Y a uno le parece que se puede llegar al más alto grado del naturalismo tanto con madera como con arcilla; tanto con bronce como con cera; tanto con huesos de animales como con estuco o yeso.

¿Está usted, ahora, de acuerdo conmigo? (Si no lo está, tampoco pasa nada, amigo).