Detrás de una malla oscura se escucha el ruido de un cubo con pintura. Está en la calle Apurón. Más arriba, una maquina elevadora mantiene en su brazo telescópico a un pintor que adecenta a diez metros de altura uno de los edificios históricos que rodean la emblemática plaza de España. Lo mismo ocurre en la calle paralela, la Trasera, donde un operario trabaja sobre una plataforma móvil. Las imágenes se van repitiendo a lo largo del casco histórico de Santa Cruz de La Palma.

El bando ancestral que cada cinco años emite la Alcaldía de la capital, en el que se obliga a los ciudadanos e instituciones a pintar las fachadas de viviendas y edificios antes del día 30 de mayo por la celebración de las Fiestas Lustrales, tiene un alto calado económico que alcanza mayor importancia precisamente ahora, en plena crisis económica: "El trabajo es bastante escaso desde hace mucho tiempo y aunque solo sea por un par de meses, se agradece que vayan saliendo estas cosas para por lo menos ir tirando", señala uno de los trabajadores mientras sube por una escalera. No es solo el trabajador, también el empresario. Es una época nada boyante para las empresas ligadas a la restauración de inmuebles.

En la Avenida Marítima, la fotografía es idéntica. En este caso, se trata de un edificio público: el antiguo parador de Turismo, que ahora es utilizado por el Cabildo de La Palma como sede de diferentes servicios. "Aquí tenemos que cumplir todos, ciudadanos y también las instituciones; es un bando que hay que atender", señala el consejero insular de Obra Pública, Jorge González. A propósito, los presupuestos de su departamento contemplan para 2015 una partida de unos 250.000 euros que se destinarán, en un alto porcentaje, a adecentar inmuebles en la capital por las Fiestas Lustrales.

Aunque el sentimiento de embellecer los inmuebles para recibir a la Virgen está bastante extendido en la ciudad, debido al grado de compromiso histórico con la Bajada, no todos los ciudadanos comparten el bando municipal. Sí, hay vecinos, no pocos, que también se quejan de esa obligatoriedad que se marca, les parece excesiva, sobre todo ahora que las rentas familiares han caído de forma alarmante. Defienden que el ayuntamiento debería financiar al menos en parte los trabajos e incluso hay quienes aprovechan las redes sociales para advertir de que "si el objetivo es que la ciudad presente sus mejores galas en la Bajada, lo primero que debería de hacer el ayuntamiento es limpiar las calles, ¡más sucias que nunca!".

A propósito, recordar que en la edición de 2010, el ayuntamiento ya tuvo que dar 15 días más de plazo a comunidades de vecinos para que pudieran acabar de pintar sus edificios. Eso sí, el bando es claro: el que no cumpla se arriesga a ser sancionado.