"En toda casa de un español tiene que haber una Biblia y unQuijote. Y, si es canario, un Natura y Cultura de las Islas Canarias". La categórica afirmación la hace Esteban Hernández Cabeza, un maestro de Primaria jubilado al que unas afirmaciones del candidato de Coalición Canaria (CC) a la Presidencia canaria, Fernando Clavijo, han dado alas sobre una práctica que aplicó durante toda su vida docente: enseñar sobre Canarias.

"Es fundamental, en una tierra con las singularidades de la nuestra, consolidar un modelo educativo canario, abierto y universal, que incida en la conciencia de la identidad canaria (...)", escribió hace pocos días Clavijo, en un artículo periodístico. Una idea que este aronero de nacimiento, pero lagunero de adopción, comparte y defiende.

Tanto es así que, igual de categórico que se muestra sobre cuáles deben ser los libros de referencia de un español y de un canario, también lo hace con una propuesta, que se podría entender, a su vez, como reto: si alguien lo apoya está dispuesto a publicar sus apuntes sobre Canarias con los que durante décadas ilustró a sus alumnos.

Una posibilidad que, en su momento, le propusieron los padres de los chicos a los que daba clase, en una época -desde de los años setenta en adelante- en la que enseñar geografía e historia de las Islas no estaba exento de algún que otro riesgo.

Primero con apuntes propios y más tarde con su libro de referencia, el "Natura y Cultura de las Islas Canarias", de Pedro Hernández Hernández, Esteban "robó" tiempo a otras asignaturas para contar cómo Alonso Fernández de Lugo conquistó La Palma y Tenerife, cuáles son y dónde están los principales barrancos de esta Isla o quiénes son los autores canarios más relevantes, entre otras cuestiones. "Siempre con permiso" de la dirección de los centros, aclara.

Así fue durante años, primero en las Escuelas Pías y más tarde en el Hispano Inglés (en este último se jubiló en 2009), los dos centros en los que desarrolló la docencia. En el primero impartió su primer curso completo, el 67/68.

Ese mismo verano se sacó el carné de conducir y en septiembre se vio obligado a hacer el servicio militar. Su primer destino, Hoya Fría. Tras tres meses de instrucción, lo destinaron a Fuerteventura, donde, junto a otros maestros peninsulares, impartió clases a soldados analfabetos.

Y su tarea era más que importante. El soldado que lograba aprender a leer y a escribir podía irse a casa. "Y algunos lo hicieron", recuerda.

Esteban reconoce que gracias a su titulación pasó una mili "relajada", aunque un pequeño incidente con un mando le hizo pasar un mal trago. Finalmente, lo destinaron a la oficina del teniente-coronel, donde aprovechó para hacer los cursos de cabo y sargento.

Y aunque le hicieron el ofrecimiento para quedarse en el ejército, Esteban tenía claro desde mucho antes que su pasión era "querer hacer el bien a los demás".

Así se lo había confesado al sacerdote José Juan Negrín, de Taganana, uno de los curas con los que coincidió en el seminario. La respuesta del padre Negrín fue contundente: "Pues te haces maestro o médico". Sobra decir cuál fue su elección.

Esteban había llegado al seminario de La Laguna animado por un amigo que ya cursaba en él, José Carlos García Almeyda (fallecido recientemente) y porque en ese entonces quería ser cura, a pesar de que sus padres no veían con buenos ojos la idea.

Finalmente, tras su salida del centro de estudios religiosos siguió el consejo del padre Negrín. No sin cierto esfuerzo económico, tanto suyo -vivía en una pensión y daba clases particulares para ganar dinero- como de sus padres, Esteban Hernández obtuvo su título de maestro. El reflejo de lo difícil que era estudiar en la época lo tiene en la propia familia: fue el único de siete hermanos que tuvo el "privilegio" de hacerlo.

Ya diplomado en Magisterio, en el año 1966, Esteban dio sus primeras clases en el colegio público de Santa Úrsula. Lo hizo durante dos meses. Tiempo suficiente no solo para estrenarse como docente, sino también para conocer a la que con posterioridad se convertiría en su esposa.

Tras ese paso fugaz pero intenso por el municipio norteño dio el salto a las Escuelas Pías (Pías School), en ese momento ubicadas junto a la santacrucera Plaza de los Patos. Allí permaneció un solo curso.

Cuando se incorporó del cuartel, en el año 70, pasó a ejercer en la Rambla. Y allí vivió el cambio de titularidad del colegio, que en el año 1978 fue adquirido por el Hispano Inglés. "Fui feliz durante todos esos años", asegura Esteban.

Como trabajador del nuevo centro docente -allí dio clases de Lengua y Literatura-, y por alguna limitación al haberle asignado los cursos de 7º y 8º, Esteban cambió sus apuntes de geografía e historia de Canarias por autores como Benito Pérez Galdós. Siempre con las Islas en la memoria.

Durante esos años logró que sus alumnos resultaran premiados en concursos organizados por la antigua Caja General de Ahorros de Canarias, por el Ejército y por la ONCE. .

En total, cuatro décadas -o casi- de docencia en las que lo canario nunca dejó de estar presente en sus clases. Siempre, o casi siempre, con el "Natura y Cultura de las Islas Canarias" debajo del brazo.