El embellecimiento de las cruces en La Palma es una mezcla de arte, devoción y originalidad que sorprende a las cientos de personas, la mayoría residentes pero también foráneos, que cada año recorren principalmente los municipios de Breña Alta, Breña Baja y Santa Cruz, por calles de los cascos urbanos, pero sobre todo por enclaves apartados y recónditos, donde la tradición cada 3 de mayo es mayúscula.

Siempre se teme por la decadencia de la fiesta. Los cruceros se hacen mayores y se duda de la incorporación de las nuevas generaciones. La realidad, sin embargo, se encarga de despejar, al menos por ahora, esos temores que parecen eternos. Ayer, otro año más, el acostumbrado descenso desde La Pavona, que marca el recorrido para los caminantes más expertos, se hizo entre obras de arte tan efímeras como espectaculares, en un trabajo que comienza meses antes de ser expuesto, con la elección del diseño y la búsqueda de materiales para el principal símbolo cristiano.

La inminente celebración de las Fiestas Lustrales inspiró la planificación y exposición de diferentes cruces. En los tres municipios del Este hubo alguna representación de la Danza de los Enanos, el Minué o la imagen de la Patrona de la Isla, Nuestra Señora de las Nieves, tal y como ocurrió en las zonas de San Isidro, Amargavinos o La Dehesa, por citar algunos ejemplos. Mención aparte merece la Cruz de la Montaña, que en el local ubicado junto a la figura cristiana, se optó por exponer diferentes imágenes de los trabajos realizados en pasados años (alguna de 1967) para comprobar la evolución experimentada. Y sí, la devoción por la cruz se mantiene intacta.

Santa Cruz de La Palma conmemoró, además, el 522 aniversario de la fundación de la ciudad. Por la mañana partió desde el Castillo de Santa Catalina hasta la iglesia de San Francisco la procesión civil del Pendón Real, con la asistencia de parte de la corporación municipal. No estaban todos. Posteriormente, sobre las doce horas, tras la celebración de la misa, tuvo lugar la procesión de la Cruz, acompañada de autoridades civiles y militares, la banda municipal de música San Miguel y la formación de cornetas y tambores Gayfa.

Algunos números característicos de esta fecha en la capital, como la lectura del pregón de las fiestas o el desfile de los Mascarones (gigantes y cabezudos), no se celebraron en esta ocasión "por la cercanía de las Fiestas Lustrales, aunque la programación cultural y lúdica fue variada", según lo justificó el ayuntamiento en un comunicado.

Precisamente en Santa Cruz de La Palma se produce la exposición de mayos (muñecos de trapo a tamaño natural) más extensa y trabajada con gusto por los colectivos vecinales.

Esta tradición se extienden principalmente por la plaza Periodista Juan Francisco Pérez, El Velachero, la calle Rodríguez López y la barriada de Pescadores. No faltaron las reseñas a los políticos o la representación de acciones y lugares cotidianos: el embarque en un aeropuerto, una guardería, un kiosco de prensa o una enfermera en sala de curas, sin olvidar, la Bajada 2015, con una oficina como Patronato de la Bajada de la Virgen.

Un dato: se extrañó, en esta edición, el embellecimiento de la cruz del colegio Gabriel Duque Acosta (en la avenida de El Puente) o, mejor, se echa en falta la figura del que fue su alma mater, Francis Brito, tristemente desaparecido. Se le echa de menos.