En esta semana se han abierto tres frentes informativos de ámbito aeronáutico en relación con Tenerife.

Primero (20/04/2015), el testimonio de un supuesto miembro de AENA, sin especificar, donde se explicaba la conveniencia de suprimir el aeropuerto de Los Rodeos y centralizar todos los vuelos, regulares, chárter, nacionales, extranjeros y regionales, en el Reina Sofía para incrementar su ya positiva rentabilidad. Argumento absurdo que no merece la pena reseñar, aunque la alarma social generó 150 escandalizados comentarios en la versión digital del medio que lo publicó.

Siguió la declaración de un grupo de empresarios hoteleros donde se exigía la construcción de una nueva terminal de pasajeros en el Reina Sofía, con el pretexto de que el edificio actual está anticuado, saturado y que se colapsaría en el futuro inmediato por un imparable incremento de afluencia turística.

Alegato ratificado, corregido y aumentado por el presidente del Cabildo de Tenerife que, además, añadió la reivindicación reincidente de la 2ª pista en ese aeropuerto del Sur.

Desde el conocimiento técnico, sin más mérito que la experiencia profesional afecta al ámbito del transporte aéreo, y sin otra implicación que el amor a esta tierra, se impone la necesidad y obligación de contradecir el predicado.

La primera andanada de fogueo, lanzada al desgaire para ver como reaccionaba el personal, no merece ni una línea de atención. Solo apelar al uso de razón.

Con respecto a la exigencia de que AENA construya una terminal nueva, la cuestión puede ser más grave, pues los datos reales no se ajustan a los presentados en la propuesta. El edificio antiguo está infrautilizado porque, por ejemplo, los mostradores de facturación, desde el 49 al 89, apenas se utilizan: un par de ellos, eventualmente, por la low cost Easy Jet; y el resto, alguna vez por el handling Ground Force. El despropósito está servido.

Mayor disparate: La rebautizada T-2, terminal anexa, ¡construida hace diez años! y ¡¡¡todavía sin inaugurar!!!... aumenta la consideración de una petición viciosa como despilfarro inútil. (Leamos la faraónica terminal del aeropuerto de La Palma; un inoperativo monumento al absurdo). Sí es cierto que, en el Reina Sofía, el mantenimiento y conservación son muy deficientes. Después de 40 años convendría reponer mobiliario e instalaciones interiores en favor de los pasajeros y para mejorar las condiciones de trabajo del personal operativo.

La 2ª pista reaparece como los Ojos del Guadiana. Cuando se rebate su conveniencia, se aletarga hasta las siguientes elecciones. En 2004/2005 se demostró fehacientemente, desde este mismo foro, que su construcción solo la justificaría una previsión que triplicase el número de movimientos del día de máxima actividad aeroportuaria. Pura fantasía. Pareció entonces que la prioridad no fuera el problema operativo, sino los áridos que, procedentes del desmonte, se aprovechasen para los diques del puerto de Granadilla.

En diciembre de 2014 volvía a insistirse en la petición de la nueva pista (señores Cabrera, presidente del FAST, y González Cejas, alcalde de Granadilla), con un extraño planteamiento, donde se explicaba que el 80% de ocupación hotelera se cubría con el 26% de actividad operativa en la única pista actual. Por lo tanto no era una necesidad inmediata, "pero por si hiciera falta en un futuro...".

El golpe de efecto del señor Alonso, amenazando a AENA con una especie de guerra al respecto, más que un titular, parece cartel de propaganda electoral, con eslogan y foto en valla publicitaria plantada entre chabolas.

Debemos insistir en el respeto a la opinión pública y el derecho constitucional a la veracidad.

*Excomandante de Iberia

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