Cuando menciono esta palabra, no me refiero solamente al esfuerzo que ejerce la ciudadanía apoyando con sus mermados recursos económicos el puntual pago tributario, a fin de que las arcas públicas tengan la suficiente liquidez, para hacernos la vida más llevadera, impulsando la economía y la mejora de Santa Cruz, que en estos días celebró su efeméride fundacional, antaño denominada: Fiestas de la Primavera.

Como chicharrero no puedo menos que compartir las ideas de nuestro actual alcalde, al que en una reciente charla me abundó en los proyectos existentes para su municipio; una ciudad, cocapital de Canarias, que tiene la obligación ineludible de volver a vivir asomada al mar que la circunda; porque por éste, no lo olvidemos, ha entrado y salido nuestra historia común; determinada a veces por avatares bélicos, como el propio inicio de la Conquista por el mercenario sanluqueño Fernández de Lugo y sus secuaces, o en el último intento frustrado de dominio inglés por el corsario Horacio Nelson. También nuestra tradición habla de épocas de auge de nuestros sucesivos monocultivos y, por qué no decirlo, de la diáspora de los menesterosos buscando la mejora económica en tierras extrañas y lejanas. Y en todo ello, la ciudad ha sido la antesala de la estadía forzosa de las naves de todas las banderas en sus rutas continentales, que han sido, y siguen siendo, instrumentos valiosos para nuestro desarrollo económico.

Concebir a Santa Cruz, pese al predominio aéreo actual, como una urbe ajena al mar resulta imposible. Ahí está la prueba de la arribada de los gigantescos trasatlánticos, que vienen atraídos por nuestras excelencias climáticas y paisajísticas. Y pese a que muchos foráneos se evaden por el interior de la Isla, a conocer su variante geografía, otros muchos se quedan a visitar la capital y su entorno más significativo cultural, gastronómico, comercial e histórico. Potenciar los cuatro pilares, supone un reto cotidiano que hay que materializar en todos sus extremos, y para ello se necesita no sólo la gestión del ayuntamiento y su corporación, que presenta planes de significativas mejoras, sino que hay que aunar esfuerzos con nuestro Cabildo insular, la Autoridad Portuaria y el propio Gobierno de Canarias; llegando más lejos, si es preciso, a las instancias del poder central, no siempre proclive a atender nuestras justas demandas, pese a su hipócrita maleabilidad preelectoral.

Conseguir que los visitantes alojados en las zonas turísticas del norte y sur de la Isla, se acerquen al menos durante una jornada a visitar la capital, es un hecho que felizmente va en aumento progresivo. Lograr que los ciudadanos nos sintamos a gusto y orgullosos de nuestra ciudad no sólo es un esfuerzo administrativo, sino un problema de educación que conlleva el respeto de nuestro patrimonio urbano, lamentablemente afectado a veces por actos vandálicos. Y será en este florido mayo cuando tendremos que decidir a los futuros mentores para conseguir este progreso colectivo. No despilfarremos, pues, nuestro voto apostando por lo ajeno.

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