La sociedad y su desarrollo, la naturaleza, la religión, nuevas formas de entender el mundo, la paz, la espiritualidad y el arte son algunos de los elementos presentes en la obra del artista ruso Wanja Surikov (Moscú, 1965), que presenta una veintena de sus pinturas, además de una serie de fotografías, y en una vitrina una serie de catálogos y publicaciones sobre su trabajo, en el Tenerife Espacio de las Artes de Santa Cruz.

La propuesta plástica de este pintor, que reside en Tenerife desde hace varias décadas y está muy vinculado con el proyecto del Parque Cultural Mariposa fundado en Arona por Hans-Jürgen y Helga Müller, guarda mucha relación con la tradición iconografía ortodoxa rusa, sustrato que ha influido notablemente en la inclusión de símbolos propios de su cultura, adaptados a la actualidad, y en su concepción de color, entre los que está muy presente el dorado, y en una serie de personajes, entre los que se incluye él mismo, que han sido relevantes en su vida.

El comisario de la exposición, Isidro Hernández, comentó en la apertura de la muestra, a la que también asistió el consejero de Cultura y Patrimonio del Cabildo de Tenerife, Cristóbal de la Rosa, que Surikov, después de trabajar en Moscú y Stuttgart, ha encontrado su lugar en Tenerife.

Wanja Surikov "en esta obra ha trabajado en torno al artista, en la que él aparece como si fuera un sacerdote que va dando a la sociedad nuevas maneras de entender el mundo. Es una obra cargada de espiritualidad en la que refleja la superación del individuo a través del arte".

La colección está estructurada en tres apartados. En los dos primeros habla del artista y del arte como disciplina de superación espiritual y educación estética del hombre. En estas obras se centra en el propio pintor "a la manera de un sacerdote ocupando la parte central del lienzo y armado con los atributos propios de su disciplina u oficio: el pincel, el lienzo y la llama del conocimiento".

En el tercero alude directamente al proyecto Mariposa de Arona, cuyo entorno paisajístico aparece dibujado en algunas de las piezas, además de recrear su visión de las conversaciones sobre el mundo de la estética que se desarrollan en dicho espacio de reflexión y creación y las personas que intervienen en los mismos distribuidos en la escena con un aura que ilumina sus pensamientos.

El propio artista explicó con un español básico que hace veinte años llegó a hacer un trabajo en el sur de Tenerife, donde se quedó para vivir un proyecto cultural en una isla que para él es "un paraíso", en el que vive feliz junto a los suyos. "Esta exposición es un pico de un concepto artístico del mundo y voy a trabajar mucho más. La paz y el mundo es mi concepto artístico".

La obra ha sido realizada con técnica mixta, con acrílico, oro laminado y tierra de las playas de Tenerife, sobre lienzo y madera, soportes en los que ha plasmado diversos motivos, entre los que destacan siempre unas figuras humanas alargadas, que recuerdan la iconografía rusa, en actitud espiritual y muy reflexiva, además de símbolos como una especie de cruz formada por un pincel y una media luna.

Hay una pieza, coronada por la liebre de la paz, en la que aparece el propio artista en el centro del cuadro flanqueado por las figuras de Cristo y de Lenin, "quienes representan lo divino y lo humano, el sacrificio y el trabajo, el amor y la libertad", asegura Pilar Blanco, decana de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna.

También indica "que el pintor va encontrando las claves para comprenderse a sí mismo y desvelar la tarea que cree estar llamado a desempeñar como artista".