Las canciones de "Once historias y un piano" ya han sonado varias veces en Tenerife, pero él siempre encuentra matices distintos en cada concierto. Dos de esas actuaciones tendrán lugar los días 15 y 16 de mayo, ambas programadas para las 21:00 horas, en el Auditorio Infanta Leonor de Arona y en el Auditorio Teobaldo Power de La Orotava. "Nunca hay dos iguales; de la misma forma que uno no suele repetir dos jornadas de trabajo idénticas", compara el artista malagueño Pablo López sobre una doble cita que se enmarca en el programa del Festival Mar Abierto 2015.

La primera vez que trajo "Once historias y un piano" todo estaba por hacer, mientras que ahora ya es disco de oro y las cosas parece que marchan bien, ¿no?

La verdad es que no me puedo quejar. Los discos crecen a medida que se van atando conciertos y eso es algo que nos está funcionando bien... Está claro que aquel chico estaba más cerca del que se buscaba la vida actuando en garitos, pero las apuestas que se hicieron antes de lanzar el álbum saliendo bien y ahora estoy recogiendo los resultados obtenidos a raíz de esa suma de esfuerzos.

Lo de salir de un garito, en su caso, se puede interpretar como el sueño cumplido. ¿Se siente un ejemplo para los que buscan una oportunidad?

No sé si soy un ejemplo o no, pero cuando has entregado una parte importante de tu vida a formarte hay algo dentro de ti que espera que ocurra algo. La música es como la prueba del algodón; al público no lo engañas con facilidad. Creer en lo que haces es vital, pero sobre todo hay que ofrecer un producto de calidad que aporte credibilidad a tu trabajo. Te pueden vender una moto una vez, pero cuando detrás de todo eso no hay honestidad el producto se cae.

¿Y la marca Pablo López ya está definida?

Eso es algo que se va haciendo día a día, pero está claro que hay unas preferencias que marcan mi trabajo... La evolución es un proceso natural que se da en todos los artistas, aunque en ocasiones cueste percibir con claridad una situación de cambio.

¿Pero su apuesta es muy british?

Hay influencias como las de Billy Joel, Queen, Los Beatles o ACDC a las que no puedo renunciar. Me siento cómodo en ese registro, pero no son los únicos referentes que hay en mi música. Estoy creando un espacio en el que Pablo López sea reconocible.

¿Afinar voz y piano no parece una tarea sencilla?

No lo es, pero intento crear un equilibrio entre los instrumentos que marcan mi carrera musical.

Hablando de carreras, ¿cómo se lo está pasando en "La voz"?

Vivir de cerca la ilusión con la que los concursantes intentan superar una batalla siempre es emocionante. El concurso no tiene la misma estructura ni la finalidad que en el que yo participé ("Operación Triunfo"), pero hay líneas que se comparten.

¿Cuesta mandar a un concursante a casa?

Eso nunca es fácil. Sobre todo, porque yo conozco la sensación de estar siendo valorado por un jurado. En este mundo las cosas no funcionan como en un reality; aquí si te vas igual no vuelves nunca. Está claro que la competencia es grande, pero en este oficio, al igual que en los otros, nadie te regala nada. Uno puede aprovechar una situación afortunada, pero si no le das continuidad al trabajo muy pocas personas valorarán lo que has hecho con anterioridad.

¿No le sorprende la cantidad de canarios, si tenemos en cuenta de que hablamos de un terreno fragmentado, más pequeño y con una población inferior a la de otras comunidades españolas, que hay en esos concursos?

Es un dato que llama la atención, pero también es cierto que en las Islas existe una predisposición para el arte que nace de manera natural; una fuerza que se transforma en música o en otras cualidades artísticas sin la necesidad de que hay muchos estímulos.

¿Venir con cierta frecuencia a Canarias le permite afrontar citas como las de Arona y La Orotava con más tranquilidad?

Un artista se une a aquellos puntos en los que ha encontrado argumentos para volver, es decir, que es muy fácil trazar un mapa afectivo cuando el público te demuestra que existen unos sentimientos positivos. Tenerife es uno de esos lugares en los que hallé una respuesta por la que vale la pena regresar. Nunca hay dos conciertos iguales; todos tienen un envoltorio especial...