Dice que el género negro se ha quitado el corsé; que una buena historia puede desencadenarse tanto en un ambiente rural como en la gran ciudad. Rosa Ribas, que hoy aterriza en Tenerife para participar en las VIII Jornadas Nnegra de Arona, atiende la llamada de El Día en su residencia en Alemania, ciudad desde la que construye un universo literario que tiene unos contornos oscuros, aunque su primera apuesta fuera histórica.

¿Cómo vive una española desde Alemania el vacío cultural que se denuncia en España?

Eso es algo que está en todas partes; no crea que aquí las cosas son muy distintas... A mí me gusta contrastar la realidad y en Alemania también hay mucho burrerío. En este país el nivel lector es más alto, pero tampoco la gente va por la calle con los libros debajo del brazo.

¿Igual es que en España somos algo "quijotes" y nos gusta presumir de que leemos poco?

Desde que vivo fuera de España me he dado cuenta de que las personas que no tienen cultura se avergüenzan, mientras que allí en ocasiones hay personas que consideran una heroicidad leerse un libro al año.

La televisión, el WhatsApp o las redes sociales, ¿quién tiene la culpa de que se hayan abandonado esos hábitos lectores?

Igual ese hábito del que habla lo perdimos antes de tenerlo. Un cuento antes de dormir despierta el apetito lector de los niños y no todos los padres están dispuestos a perder unos minutos en algo que sus hijos le van a agradecer toda la vida.

Sus raíces como escritora, al menos las más conocidas, están ligadas a la novela histórica ("El pintor de Flandes"), sin embargo, ha acabado de lleno en el género negro,

Nunca me he planteado ser una autora de un único género. Para mí lo importante es encontrar una historia. Luego, ella sola se encarga de darme el género... "El pintor de Flandes" surgió en una comida con mi suegro, que era un hispanista alemán cultísimo que fue el que me habló de este cuadro. Todo empezó con una teoría suya sobre quién podía haber encargado esa obra. Nos quedamos todos con la boca abierta y mi primer pensamiento fue: aquí hay una novela. En aquella casa se vivía de forma tan intensa el Siglo de Oro español que fue inevitable caer en el género histórico. Más tarde, con el inicio de "Entre dos aguas", apareció en mi vida la comisaría Cornelia Weber-Tejedor.

Alrededor de esa serie se esperan novedades pronto, ¿no?

El año próximo saldrá la cuarta entrega tras una larguísima pausa: "Entre dos aguas" (2007); "Con anuncio" (2009) y "En caída libre" (2011). Vamos a ver si encajamos bien las piezas y conseguimos que salga en español y en alemán.

¿El negro está de moda o es un "desagüe" perfecto para encontrar respuestas que no aparecen en los medios de comunicación o en la política?

El género negro tiene un componente de entretenimiento esencial, pero por otro lado en el género negro, negro de verdad, no el policial más amable, hay un componente social y político importante. Cuando los autores se embarcan en temas más o menos complejos su espíritu de denuncia despierta mucha curiosidad. A veces se sobrevalora la historia de una novela. Sobre todo, porque al final no cambia nada que en una novela se denuncie corrupción .

¿La línea divisoria que separa la realidad de la ficción puede ser un elemento distorsionador?

Exacto... Un libro en sí no cambia una sociedad, pero el efecto que él puede causar sobre un lector, es decir, que nos ayuda a entender cosas, a poner orden a pensar... Los autores de novela negra no se sienten obligados a denunciar nada porque su espíritu crítico es algo que está en su escritura.

El "mapa" del género negro está cambiando; ya no es necesario localizar una historia en Barcelona o en Madrid para que sea creíble.

Es que nuestro modelo estaba muy calcado del americano, que tradicionalmente ha tenido su eje de acción en las ciudades de Chicago, Nueva York y Los Ángeles... En esas tres urbes estaban concentradas las historias de tintes oscuros. Barcelona y Madrid se limitaron a copiar esos referentes porque eran dos puntos estratégicos. En España hemos aprendido a descentralizar la novela negra; nos hemos dado cuenta de que también hay vida más allá de esas dos capitales.

¿Qué factores, a su juicio, han sido claves en ese proceso de descentralización?

Hay autores europeos que escriben novela negra que se localiza en pequeños pueblos perdidos y por ello no dejan de ser buenas historias, es decir, no todo lo oscuro tiene que pasar en Barcelona. El género negro se ha quitado el corsé. La idiosincracia de un lugar es vital porque lo que ocurre en Oviedo, Tenerife o Valencia no tiene que pasar en Madrid o Barcelona.

No lo digo por usted, porque Rosa Ribas es una autora negra, negra; pero da la sensación de que hoy todo se arregla con una pistola sobre una mesa de noche, una botella de whisky y un muerto...

Ja, ja, ja, ja, ja... Hoy tropiezas con la mesa de noche y te matas y alguno ya tiene la trama de una novela negra.

Pero algunos de los que hoy se han montado en este carro lleno de "muertos" en el pasado veían esta creación literaria como una especie de subgénero algo light...

Hay de todo un poco... Están los oportunistas que consideran que poniendo algo de oscuridad en sus libros van a vender mucho y los grandes autores que creen que su desembarco en el género negro es necesario para aportar calidad. Los unos y los otros me parecen unos arrogantes oportunistas que buscan una recompensa inmediata a cambio de cualquier precio. A esas novelas les falta autenticidad, es decir, son artificiales. Y es que no todo el mundo sabe escribir una buena novela negra.