La Sanidad pública en España es muy buena. Y para saberlo con certeza sólo hay que darse una vuelta por el mundo. No por el tercer mundo, por supuesto, sino por la Europa de los ricos. Nuestro sistema sanitario esta al nivel de los mejores por la cantidad de patologías que trata, por el prestigio de algunos centros de referencia, por la calidad de sus profesionales y por la amplia red hospitalaria y de centros de salud que disfrutamos. Hay complejos que se quitan viajando.

Pero es verdad que se ha deteriorado con la crisis. Y seguramente el esfuerzo que hacemos los ciudadanos españoles que pagamos impuestos merece el mejor sistema de Salud. Uno donde se reduzcan unas listas de espera que se han vuelto dañinas y unos servicios de urgencia colapsados e insuficientes.

La Sanidad pública española sólo compite consigo misma. Hay países donde no es así. Suecia, por ejemplo. Los pacientes suecos reciben un cheque sanitario, una especie de talón de consulta, con el que pueden dirigirse a cualquier centro de salud público o privado (que haya firmado acuerdos de asistencia con el Gobierno sueco) para ser atendido. Y como los centros públicos reciben presupuestos y tienen plantillas en función de los enfermos que atienden, se produjo un cambio extraordinario. Si te citan a una hora te suelen atender sin mucho retraso, porque no quieren que el cliente elija otro centro asistencial. Ser buenos tiene premio. Y ser malos, castigo.

El poder de los ciudadanos es poder elegir. Se acabaron las hojas de reclamaciones. La medicina pública sueca se puso las pilas para competir con la privada. En España, en cambio, tenemos el debate entre medicina pública o privada, como si al enfermo, paciente o cliente, le importara si quien le pone una gasa en la herida trabaja para el Estado o para una empresa privada. Los dos trabajan para él, que es quien ha pagado esa gasa y quien paga ese tiempo de asistencia.

Los sindicatos están en contra de privatizar la Sanidad. ¿Eso es que los médicos y enfermeros de las plantillas públicas tengan dedicación exclusiva? No. Va de que los enfermos vayan a centros públicos antes que a clínicas concertadas. Se trata de asegurarse la clientela (que es la mejor forma de ser ineficiente). Es una cuestión más laboral que social. Pero es difícil no estar de acuerdo en que hace falta más personal sanitario, más recursos y mejores infraestructuras. Y en que Madrid, que cierra el grifo a los más débiles y lejanos, nos debe dos mil millones de euros.

Desconfío de las mareas electorales, porque cada uno arrima el ascua a sus lapas. Pero ojalá la marea blanca sirva en Canarias para que el agua les moje las canillas a los partidos que mañana estarán en el Parlamento. Porque siendo cierto que se nos debe dinero, también hay un problema de recursos disponibles. Hay una Sanidad de ventanilla, de colas, de citas que no se cumplen, de listas de espera eternas, de urgencias saturadas... que dependen del número de profesionales y de camas disponibles. Dejar que se siga deteriorando un servicio que ha sido ejemplar es un error de bulto. Hacen falta menos corbatas y más batas.