Desde el instante en el que se le ocurrió meter al Generalísimo en una nevera de refrescos su vida se convirtió en una montaña rusa; en un ir y venir de juzgado en juzgado que inevitablemente tuvo una incidencia en su actividad artística. Eugenio Merino habló ayer de esta y de otra obra (el "Punching Franco") durante la presentación del catálogo de "Memorias de contrabando", un proyecto comisariado por Dailo Barco y Alexis W., que tuvo lugar en la sala foyer del teatro Guimerá.

¿Cómo se le ocurrió meter a Franco en una nevera?

Con esa pieza lo que quise transmitir es que seguía existiendo mucha presencia de la ideología franquista en la sociedad española; algo que a su vez aún está muy presente en la política. El proceso creativo coincidió con la inhabilitación del juez Garzón y el debate sobre la Memoria Histórica estaba en plena efervescencia.

Esa obra le dio fama y algún que otro disgusto, ¿no?

Me denunció la Fundación Francisco Franco; algo que se repitió cuando presenté el "Punching Franco", que fue una pieza que precisamente se confeccionó con el propósito de denunciar el primer proceso judicial. Este es un tema que en teoría ya tendríamos que haber superado, pero no es así: esa es una fractura que sigue abierta.

¿Y cómo va ese proceso?

Actualmente el caso está en la Audiencia Provincial a la espera de sentencia porque ellos recurrieron el fallo de "Punching Franco"...

¿Si se diera la oportunidad hoy, volvería a repetir los mismos pasos?

El hecho de que se tramitara una denuncia y que se celebrara el juicio posterior dejó claro que esto no se trataba de un chiste, una chorrada o de un episodio aislado de humor... La obra fue concebida a modo de crítica de un momento histórico que se dio en España y el hecho de que la Fundación Francisco Franco se agitara significaba que este asunto estaba vivo.

¿Qué porcentaje de provocación, conciencia social o libertad artística hay en esa pieza?

Toda reflexión tiene un componente de provocación importante porque lo que vas a decir o hacer no gusta a todo el mundo... Tocar el tema Franco sigue molestando a mucha gente.

¿Cuáles son sus referencias en torno al contenido de "Memorias de contrabando"?

Tengo algunas referencias de artistas que forman parte de este catálogo como Martín & Sicilia y conozco el sentido de sus obras. Este es un tema muy interesante del que hablar, que no podemos esconder debajo de una alfombra, aquí y en el resto de la geografía española.

¿Volvería a meter a otro personaje en un frigorífico?

Metí a Franco, pero también metí a Fidel Castro.

¿Y uno más actual o cercano?

Metería a los que han dejado más huella... Un Aznar tendría la suya y, probablemente, un Felipe González también acumula algunos méritos para tener su neverita. El mundo de la política siempre deja rastros interesantes.

¿Algún banquero?

Por supuesto, esta es una idea que se podría extrapolar a banqueros, ministros y hasta a algún que otro periodista.

¿Periodistas?

Sí, alguno de los que me ha hecho alguna que otra jugada.

¿Compensa la popularidad del momento; esa fama efervescente cambia sus biorritmos creativos?

Estos proyectos son muy útiles para medir el efecto de una obra y el exceso mediático, pero al final todo vuelve a su sitio. Más allá de las intenciones de un artista, el arte siempre tiene que tener un contenido de provocación que permita al espectador tomar sus propias conclusiones. El valor del arte no está en el hecho de que sea más o menos decorativo, está en la capacidad que tenga una obra para hacer pensar.

¿Costó mucho colocar "Always Franco"?

Se vendió tres veces; la obra estaba seriada.

Y una curiosidad, ¿quién compra una cosa así?

Se vendió a un coleccionista catalán, a un coleccionista suizo y a un coleccionista francés... En España el tema Franco o lo odias o lo quieres; no hay más. Afortunadamente hay coleccionistas que se interesan por las obras de artistas que defienden cierto activismo.