A lo largo de nuestra vida, dependiendo de nuestras aficiones, siempre pensamos realizar alguna actividad, aunque sólo sea una vez en nuestra vida: ascender al pico del Teide, ver una final de Champions, asistir a una etapa del Tour de Francia, realizar entero el recorrido del tren Transiberiano...

En otras ocasiones, ante un viaje largo o tortuoso, y tras largas horas hasta la llegada pensamos que nunca más volveremos a ese lugar: por ejemplo, con el Mount St. Michael francés. Pero, también a veces nos ocurren situaciones en las que lo asombroso del acontecimiento nos hace pensar lo mismo: sólo me ocurrirá una vez en la vida.

Esa es la sensación que tuve tras presenciar el concierto de órgano contemporáneo en el Auditorio de Tenerife Adán Martín hace unos días. En primer lugar, hay que decir que este órgano, diseñado por Albert Blancafort y terminado de instalar en el citado Auditorio en 2005, es innovador en muchos sentidos, haciendo que sea uno de los mejores del mundo. Tiene una magnífica sonoridad en 3D, y además la posibilidad de ser tocado hasta por diez organistas.

El concierto de órgano contemporáneo estuvo precedido por un importante calendario de concierto toda la semana en diferentes órganos de iglesias de Tenerife: el de la iglesia de la Concepción en Santa Cruz de Tenerife, el de la iglesia de Santa Úrsula en Adeje, de la Concepción y de San Juan en La Orotava y del convento de las Catalinas en La Laguna, todos ellos interpretados por organistas de primer nivel mundial.

Pero el culmen llegó con el concierto de órgano contemporáneo. Blancafort explicó a todos los asistentes las virtudes -muchísimas- del mundialmente famoso instrumento del Auditorio tinerfeño.

El concierto contó con dos partes. En la primera, el virtuoso francés Jean Guillou, conocido por su visión innovadora que le ha llevado a negar los límites técnicos del órgano, interpretó obras de Franz Liszt, Johann Sebastian Bach y del propio Guillou. Todos estábamos magnetizados por la sonoridad del órgano contemporáneo -que no tenemos muchas ocasiones de oír, y que en esta ocasión lo hacíamos para celebrar su décimo aniversario-. Llegó el descanso. Y comenzó la segunda parte. Ya íbamos mentalizados a que estaríamos ante una situación difícil de presenciar: nada más y nada menos que un gran órgano -interpretado por Jean Guillou- y ocho órganos más bajo la maestría de los alemanes Hansjörg Albrecht, Bernhard Buttmann, Jürgen Geiger, del británico Martin Baker, de los italianos Roberto Bonetto y Giulio Mercati, del francés Naji Hakim, del polaco Roman Perucki, además del alemán Johannes Skudlik en la dirección y otro órgano, acompañados todos en la percusión de Hélène Colombotti.

Sólo el aspecto visual de los diez órganos era asombroso. Cuando empezaron todos a tocar al unísono, nos quedamos sin palabras. Cómo era posible esa grandiosidad única en Tenerife. También pensábamos que eso sólo nos ocurriría una vez en nuestra vida. Es prácticamente imposible que volvamos a oír diez órganos al unísono en Santa Cruz de Tenerife. No siempre valoramos lo que tenemos. Y la fusión de la creación del órgano contemporáneo del Auditorio de Blancafort y del músico -y también teórico- Jean Guillou fue algo totalmente fuera de lo común.

Pensamos en grandes iconos mundiales de la música: desde el Albert Hall de Londres, al teatro Mariinski de San Petersburgo, pasando por el Metropolitan de Nueva York o la Ópera de París. Sin embargo, en algunas ocasiones debemos de pensar que, a veces, no hace falta irse tan lejos.

La musicalidad -difícil por otro lado de apreciar por muchos-, la virtuosidad, unida a la plasticidad visual hicieron el concierto mágico y mítico. De esos que estás seguro de que sólo oirás y verás una vez en tu vida. El recuerdo se alargará por muchos años. Y el órgano contemporáneo, esperemos, que vuelva a sonar, sin esperar a que se celebre un acontecimiento por su aniversario.

*Presidente de TuSantaCruz