La artrosis es una enfermedad articular degenerativa, hasta la fecha se prescribe habitualmente paracetamol para el dolor leve y, como alternativa, uno de los antiinflamatorios no-esteroideos (AINE), siendo el ibuprofeno la primera opción, para aliviar la inflamación. Sin embargo, las nuevas evidencias científicas que certifican la eficacia y, sobre todo, la mayor seguridad de los fármacos sysadoa, con respecto a los tratamientos anteriores, abren la puerta a una actualización de las recomendaciones.

Esta ha sido una de las principales conclusiones que se desprenden del encuentro ''La artrosis, una enfermedad de todos: actualización farmacológica'', realizada por Semergen, con la colaboración del Colegio de Médicos en Pamplona. Allí, el presidente Semergen Navarra, el doctor Luis Mendo y el doctor José Ramón Azanza, director del servicio de farmacología de la Universidad de Navarra, han explicado a Europa Press el pasado, presente y futuro de estos tratamientos.

"La artrosis es una de las patologías crónicas más frecuentes", señala el presidente Semergen Navarra. Actualmente, se estima que un 10 por ciento de españoles la padecen, y el tratamiento ha sido fundamentalmente sintomático y paliativo. Sin embargo, entiende que "hay una necesidad de actualización en cuanto a los tratamientos más prescritos".

Ante esta situación, y teniendo como perspectiva la calidad de vida de los actuales pacientes y, por qué no, de los que están por llegar, coincide en que se hace necesario actualizar la recomendaciones farmacológicas o al menos revisarlas.

"Artrosis tenemos todos y el que no tenga la va a tener", interviene categóricamente Azanza a la hora de introducirse en el panorama de la farmacoterapéutica de la artrosis. Lo cierto es que este experto ha realizado una revisión de las opciones que existen o que han existido en los últimos años, lo que le lleva a decir que "se han producido cambios importantes con los sysadoas que tienden a modificar el patrón de tratamiento habitual".

CUÁL ES LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS TRATAMIENTOS

Como señalábamos antes, los tratamientos más prescritos para la artrosis son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y analgésicos, siendo el ibuprofeno y el paracetamol los fármacos más usados.

Sin embargo, como señala Azanza, en los últimos años diversos estudios recopilados de multitud de investigaciones han demostrado que el paracetamol es un fármaco poco activo, "produce alivio del dolor de forma sintomática y luego no tiene incidencia sobre la enfermedad en sí mismo"; en cuanto a los antiinflamatorios, "debe existir una precaución general ante su uso en pacientes crónicos y dosis altas".

Si se observa la literatura médica, el paracetamol tiene potenciales efectos adversos que han de ser tenidos en cuenta, especialmente en pacientes con afectación hepática. También hay que considerar que en determinados pacientes y a ciertas dosis puede presentar toxicidad renal, alteraciones en la fórmula sanguínea, hipoglucemia y dermatitis alérgica.

Respecto al ibuprofeno, su seguridad se ha puesto en entredicho cuando su empleo es crónico. No solo tienen un riesgo de agresión a la mucosa gástrica (lo que hace que tengan que usarse protectores de estómago) sino que están contraindicados en pacientes con insuficiencia hepática, cardiaca, renal o respiratoria grave. "Esto no solo se ha relacionado con el ibuprofeno sino con prácticamente todos los fármacos de la gran familia de AINE", explica.

Precisamente, recuerda Mendo, el pasado mes de abril el Ministerio de Sanidad, mediante la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), alertaba que no debe administrarse a altas dosis a pacientes con enfermedad cardiovascular grave por riesgo cardiaco y vascular.

Por tanto, añade Azanza, "si nos quedamos sin paracetamol porque solo sirve para aliviar un poco el dolor agudo, y con los AINE hay que tener bastantes más precauciones de las que hemos tenido a lo largo de los años, habrá que explorar y verificar otras opciones terapéuticas".

Otros tratamientos que se pueden tener en cuenta son los antiinflamatorios tópicos, que se dan en cremas y pomadas y que no son prácticos para todos los tipos de artrosis; "pueden tener una acción entre ligera y moderada en el caso de la artrosis de manos y rodilla", pero en las grandes articulaciones es imposible de administrar; por otro lado, está el ácido hialurónico pero que al administrase inyectado hace complicado su seguimiento.

Según el director del servicio de farmacología de la universidad de Navarra, si se repasan las opciones hay que poner la mirada en los fármacos que hasta ahora tenían mucha discusión, los sysadoa - la glucosamina y el condroitín sulfato-, que "actúan sobre la enfermedad de formar lenta y que por su mecanismo de acción además de aliviar síntomas, pueden mejorar la situación de la articulación en algún grado".

En su opinión, el paracetamol puede ser usado a demanda, sobre todo al principio cuando duele la articulación acompañado de los sysadoa - que al ser de acción lenta tarda un tiempo en hacer efecto- y dejar los antiinflamatorios clásicos para situaciones con dosis bajas y tratamientos de corta duración. Asimismo, descarta como norma el uso de corticoesteroides o del ácido hialurónico, "que son apaños para momentos concretos".

QUÉ EVIDENCIA CIENTÍFICA TENEMOS PARA RECOMENDAR LOS SYSADOA

La glucosamina es un amino azúcar que se produce de forma natural, al igual que el condroitin sulfato que es un componente estructural del cartílago. "De hecho son componentes normales del organismo", explica Azanza.

Un estudio publicado en enero en ''Annals of the Rheumatic Diseases'', deja patente que la combinación de estos dos fármacos tiene una eficacia comparable al antiinflamatorio celecoxib a los seis meses de tratamiento en artrosis severa. Consiguiendo una reducción del dolor, la incapacidad funcional, la rigidez, el derrame y la inflamación.

"Al reducir la inflación, retrasan y previenen el daño articular, y de ahí vendría su eficacia a largo plazo", explica el experto, quien añade que "estos estudios son novedosos y no todo el mundo los maneja o conoce claramente".

Por citar otro estudio, recientemente el grupo Cochrane hacía una revisión en la que se describen los resultados de un metanálisis en el que se incluyen 43 ensayos clínicos controlados y randomizados, en los que un total de 4.962 pacientes son tratados con condroitín y 4.148 con placebo o con otros fármacos; los resultados mostraban los beneficios del condroitín en el tratamiento de la artrosis.

Además, existen numerosos estudios que ponen en evidencia la eficacia, efectividad y sobre todo el buen perfil de seguridad y ausencia de efectos secundarios, interacciones con otros fármacos o eventos adversos de estos fármacos.

¿POR QUÉ EXISTEN TANTAS DUDAS SOBRE SU USO?

El problema de estos fármacos es que "a lo largo de los años se han estado ingiriendo en muy determinadas formas, estaban los medicamentos y, por otro lado, los preparados de venta en parafarmacias y herbolarios". Como en los estudios se mezclaban ambos productos, los resultados obtenidos hasta la fecha habían sido "bastante anacrónicos", así había resultados de ensayos muy buenos, y otros en los que no se encontraban diferencias con respecto al placebo.

A su juicio, estos estudios "resultaban una lotería", pero en los últimos años se han empezado a publicar investigaciones realizadas con compuestos de producción farmacéutica, concretamente con sulfato de condroitín, con o sin glucosamina, que muestran que estos productos sí son útiles, y muy seguros, en la artrosis.

"A lo largo de los años se ha hecho un esfuerzo muy para verificar el mecanismo de acción, para confirmar que no es un ''puffo''. Hay al menos una treintena de estudios realizados de manera científica y controlada que demuestran sus beneficios", concluye.