A Conchi Vera Díaz, mujer excepcional, siempre en mi pensamiento

Que la cuestión de los cuidados al final de la vida de una persona tiene enorme trascendencia no admite duda alguna; otra cosa es cómo abordar una regulación que mejore las condiciones a las que se enfrenta con la mayor dignidad posible, tanto ella como su entorno familiar. Cierto que la sedación la decide un médico, pero hay que garantizar el pleno respeto a la libre voluntad del paciente en fase terminal o agonía, de acuerdo con las disposiciones constitucionales que imponen el respeto a la dignidad humana y los derechos fundamentales, en particular a la vida, a la integridad física y moral y a la intimidad personal y familiar. A propósito, el pasado miércoles intervine en el Pleno del Senado como portavoz del Grupo Socialista en el debate de una Moción del Grupo Popular para instar al Gobierno a adoptar determinadas medidas en los recursos de cuidados paliativos.

Mi planteamiento inicial es exigir al Gobierno que las condiciones a las que se enfrenta una persona al final de su vida sean lo más dignas posibles tanto para ella como para su entorno familiar, en unos momentos tan difíciles de afrontar. Sin embargo, cuando estudié la propuesta del PP consideré que no supone avance alguno en la práctica sobre lo que ya se contempla actualmente, ni obliga a nada nuevo al Gobierno con el pretexto de ser competencias transferidas a las Comunidades Autónomas. No conforme con dicha moción, que pretende no obligar a nada al Gobierno y quedar bien con él, defendí enmendar el texto con seis propuestas, destinadas, en primer lugar, a garantizar que en el proceso final de su vida las personas reciban atención integral contra el dolor, adecuada sedación y acompañamiento e intimidad familiar. Para ello es necesario que se faciliten los trámites burocráticos del acceso de medicamentos cuando hay dolor severo, así como ofrecimiento de los centros hospitalarios al paciente y familiares, en el proceso final, de intimidad en una habitación individual.

Otra problemática es la del cuidador principal, ese familiar que pasa días y noches acompañando y ayudando ante el desenlace final, debiendo promoverse ayudas sociales cuando tengan que reducir su actividad laboral, facilitándole incluso alguna baja laboral, tal como sucede en otros países europeos. También se debe regular la enseñanza obligatoria de cuidados paliativos en pregrado y formación continuada de postgrado de los profesionales sanitarios, tanto en la atención primaria como domiciliaria y hospitalaria. Claro que para ello no es suficiente con la coordinación necesaria de las Comunidades Autónomas, una competencia del Ministerio de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales, sino además resulta obligada la participación decidida de los Ministerios de Empleo y Seguridad Social y de Educación, Cultura y Deporte, si realmente queremos avanzar en la regulación de una "muerte digna", un derecho constitucional que exige respeto a la integridad física y moral del paciente y a la intimidad personal y familiar.

Los lectores que hayan vivido o estén viviendo la realidad del proceso final de la vida de un familiar sí que ven claramente los problemas pendientes de resolver, tanto si ese final se produce en el propio domicilio, que sería lo ideal, como en un centro sanitario, entrando de lleno en esta problemática la colaboración imprescindible de los trabajadores que atienden a los pacientes, merecedores de una consideración muy especial porque les toca un esfuerzo añadido de comprensión y generosidad sin límites, por lo que tenemos que procurar su adecuada formación, y no solo en la especialidad de Oncología, también en cualquier otra que atienda el final de la vida. Mi admiración y respeto por médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, personal de limpieza y administrativo, etc., hombres y mujeres con un trabajo impresionante ante realidad tan dura, así como, en el caso de Oncología, a los admirables voluntarios de la Asociación Española contra el Cáncer. En este sentido, cito como ejemplo al querido doctor Manuel Morales, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Universitario de la Candelaria, y a todo su equipo, lamentando no poder nombrarlos uno por uno como muy bien se merecen.

*Senador del PSOE por Tenerife. Vicepresidente de la Comisión de Sanidad del Senado

@JVGBethencourt

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