Los políticos canarios son tan incoherentes como un padre con tres hijos que le echa la bronca y le exige más al único que está aprobando los exámenes y ayuda en casa. Hay un discurso recurrente que mantienen algunos líderes, a derecha e izquierda, exigiendo al sector hotelero que contrate más personal ya que ha aumentado el número de turistas.

Los políticos ignoran que las empresas suelen aumentar la productividad sin necesidad de ampilar plantillas. Eso primero. Y que crecimiento laboral viene siempre algo después de los ciclos de expansión económica, porque la carreta suele ir detrás de los bueyes. Pero es que además en el sector servicios de Canarias -donde se integra la venta de servicios turísticos- trabajan a fecha de hoy la friolera de 674.000 personas. Es decir, 22.000 más de las que trabajaban en 2008. Le están pidiendo que creen empleo a los únicos que lo han hecho, además de las administraciones públicas.

Curiosamente nadie habla de los sectores más protegidos de Canarias, la Industria y la Agricultura. Los industriales han perdido -bien a su pesar- casi la mitad de sus empleos en siete años y apenas llegan a los 35.000 trabajadores. Y la agricultura sigue languideciendo con 23.000 trabajadores. ¿De qué han servido las ayudas, las compensaciones y los estímulos que se han desplegado para potenciar estos dos sectores fundamentales? A la vista de los resultados, de nada.

El director general de Ganadería del Gobierno de Canarias, Juan Pedro Dávila, se lamentaba amargamente hace unos días de una triste realidad: los productores locales no pueden competir con las importaciones. La carne del país no ha hecho sino caer y caer frente a la que viene de fuera. Igual que la leche. O la producción de huevos. Dirán ustedes que eso pasa porque es bueno para el bolsillo de los canarios. No es así. Nos encontramos en un país que tiene el dudoso honor de tener los sueldos más bajos de España (después de Extremadura) y una cesta de la compra que se encuentra entre las cinco primeras más caras del Estado.

Cuanto más se adentra uno en la comprensión de nuestros errores, más se da cuenta de que aquí se ha estado creando el perfecto caldo de cultivo para que demasiados pocos hayan ganado demasiado a costa de muchos. El nivel de vida en Canarias no es el que se nos había prometido hace décadas. Un país con un cuarto de millón de personas inscritas sin esperanza en las listas del paro, con salarios inaceptables, con alto costo de la vida y además extracostos por su lejanía e insularidad, que es cada vez más dependiente de ayudas y subvenciones externas... Un país así tendría que tener ya un diagnóstico hecho de sus dolencias y un tratamiento urgente para afrontarlas. No tenemos ninguna de las dos cosas.

Ahora que estamos vendiendo las islas como plató para las películas de Hollywood seguramente aprovechen para el rodaje de una secuela de "Walking dead" o "La noche de los muertos vivientes". Lo bueno para el director es que sólo tiene que poner las cámaras porque el reparto de ese tipo de cintas -unos pocos vivos y dos millones de zombies- ya lo tiene gratis.