Un "manojo" de jóvenes intérpretes, bajo la dirección musical de Jorge Rubio y sobre un escenario donde Carlos Durán ha logrado poner la nota de ambiente de la calle Viriato, en el madrileño barrio de Chamberí, aguardan el calor del público para representar mañana, viernes (20:30 horas), y el sábado (19:00), la zarzuela "La del manojo de rosas", para todas las edades y a precios populares.

La obra forma parte del Festival de la Zarzuela de Canarias 2015, organizado por la Asociación Amigos Canarios de la Zarzuela de Tenerife y patrocinado por el Gobierno de Canarias, Cabildo y Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, más la colaboración de entidades privadas.

A pesar de las estrecheces económicas, de la delgadez de los presupuestos y de la reducción progresiva de las ayudas, los responsables públicos confiaron en mantener viva esta cita, en la idea de que no decaiga su tono.

Durante la original rueda de prensa de presentación que tuvo lugar ayer sobre las tablas del propio teatro, y envueltos en un singular decorado como fondo, los responsables del festival y las personas encargadas de hacer realidad el montaje, entre ellos una representación de voces del reparto, animaron al público a disfrutar de esta zarzuela, género que siempre ha sido muy apreciado por la sociedad tinerfeña.

A propósito, hubo referencias a los nombres de destacados solistas de la actual escena operística (Celso Albelo, Jorge de León o Yolanda Auyanet, entre otros) que en su momento pusieron voz al Festival de Zarzuela de Canarias, que cumple este año su vigesimosegundo aniversario.

Quienes acudan a la coqueta "bombonera" de la capital tinerfeña podrán disfrutar de "una zarzuela castiza", señalaba el director musical, Jorge Rubio, que se refirió a "una escenografía de nivel" y destacó la categoría de un conjunto de jóvenes intérpretes.

"Todos los números son conocidos y populares", refería por su parte el director de escena, Carlos Durán, quien no quiso desvelar "otras agradables sorpresas".

Esta obra, la consagración del maestro Zorozábal, conjuga ritmos tradicionales como el pasodoble, la mazurca o el chotis con otros como el foxtrot o la farruca.

La acción se desarrolla en 1934, en una plaza de cualquier barrio madrileño, con garaje, bar, relaciones de amor y desamor, pugna, lucha y una floristería. Así suena "La del manojo de rosas".