En eso de los "destinos maduros" tenemos mucho que contar. Son cientos de vivencias que nos llevan al recuerdo de unos lugares que poseían un imponente atractivo para el turismo, claro está que sin mezclar para nada el capítulo precios, pues en ese mercado mundial de hace algunos años había de todo, como lo hay ahora.

Con ese escenario de fondo, visitamos en repetidas ocasiones Venezuela, donde el valor del bolívar no le hacía precisamente un destino barato, pero sí con unas condiciones inmejorables para convertirse en la puerta de entrada de un continente que comenzaba a despertar al turismo de masas, atraídos por una aviación emergente y por unos maravillosos escenarios histórico-naturales, como lo son las cataratas de Iguazú, Machu Pichu o las ciudades de Río de Janeiro, Buenos Aires, Bogotá, Lima, Montevideo, Caracas... Todo un poderoso atractivo para los turistas del norte, para lo cuales en su 99%, visitar estos lugares era prácticamente un sueño irrealizable.

Se fue acomodando la situación varios años después de la Segunda Guerra Mundial -con minúsculas- cuando la economía comenzó a prosperar en la industria y el comercio y terminó estallando con el impresionante movimiento turístico mundial.

Venezuela era un paraíso. Aquellas jornadas de la convención de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina (COTAL), celebradas principalmente en el hotel Caracas Hilton, son recuerdos imperecederos que nos hacen revivir los inolvidables momentos disfrutados en el piso 15 de esta recordada unidad hotelera número uno en aquellos tiempos en Venezuela, en su "boite" La Cota 880, bajo una nube de estrellas en un efecto conseguido con cientos de lucecitas titilando, que parodiaban una luminosa noche caraqueña presidiendo aquel ahora mítico lugar, o las Noches de Venezuela, al borde de sus piscinas con los tradicionales platillos -que les dicen los mexicanos- de la más típica cocina venezolana con su plato insigne, el famoso Pabellón Criollo, sus tequeños, las arepitas con nata o mantequilla, y sus rones Pampero, Santa Teresa, Cacique... Eran las noches de escuchar a Magdalena Sánchez, a Héctor Cabrera, Alfredo Sadel..., con el cuatro arpa y maracas, y la melancólica o alegre música de Juan Vicente Torrealba. Era la Venezuela que se nos fue.

Los escenarios naturales del país ya nos habían transportado a este mundo americano de habla hispana que nos descubrió los horizontes donde el trabajo, la honradez y la honestidad del canario se habían abierto camino desde su llegada junto a Cristóbal Colón, pues no hay que olvidar que desde la isla de La Gomera partió el almirante hacía el descubrimiento de América, después de una estancia en ella de más de tres meses, en los cuales hasta el agua con que aprovisionó sus carabelas eran naturales de esa isla canaria. Verdades históricas incontrovertibles, al igual que el encuentro en el que tuvimos la suerte de ser protagonistas principales, con un emigrante de la isla de La Palma que cuidaba el campamento de la compañía aérea Avensa, en Canaima, esa impresionante maravilla de la naturaleza que está situada en el Parque Nacional de la Gran Sabana, en la selvas venezolanas, y donde la citada compañía tenía un rústico aeropuerto para transportar turistas a disfrutar de la vista del Salto Ángel -la caída de agua más alta del mundo, 990 metros- y de una de cuyas visitas tenemos encuadernado celosamente un diploma que dice ser otorgado a un "explorador de la selva".

Imperecederos recuerdos turísticos de un país que lo tiene todo para ser un destino turístico de primera magnitud, incluido su petróleo, algo que más de una vez hemos expuesto en la prensa internacional en los cientos de artículos, reportajes y crónicas que hemos escrito y publicado alrededor del mundo en periódicos y revistas especializadas sobre nuestro querido país.

Venezuela sigue siendo un destino con un alto poder de atracción desde todos los puntos de vista que se quieran analizar. Conseguir que sus condiciones sociales y económicas respondan a esta expectativas es el reto. Es una seria esperanza.

*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo (ONU)