El Circuito del Motor de Tenerife, la infraestructura durante años demandada por los aficionados al automovilismo y motociclismo en la Isla, parece que ya encara su etapa -administrativa- final. Ha sido, eso sí, al menos dos décadas después. A partir de ahora quedan unas obras de algo más de 20 meses que serán sufragadas por la empresa italiana Axia, junto a su socio Kiti Trans, que se unirán en Onda Rossa para la posterior explotación del Circuito.

La presentación realizada el pasado jueves en el salón noble del Cabildo por parte de Ricardo Ferretti, representante de Axia, y de Giusseppe Carta, de Kitti Trans -y también presidente del Club Ferrari de Canarias-, supuso, hasta cierto punto, un giro llamativo en una historia cuyos orígenes se remontan al 25 de marzo de 1995, cuando la institución insular inició el expediente del oficialmente denominado "Complejo Deportivo del Centro Insular del Motor de Tenerife (Cidem)".

El recorrido de la instalación podría ser incluso más largo. Y es que, según explicó el consejero delegado de la obra, Eduardo Pintado, en la rueda de prensa para el anuncio de la adjudicación, ya en 1969 se había creado una primera comisión en favor del que por entonces llamaban "autódromo de Tenerife".

Sea como fuere, aquel expediente promovido en 1995 por el conocido piloto de rallys Fernando Capdevila durante su etapa como consejero del Partido Popular (PP) en la Corporación insular (1995-1999) marcó el inicio de un proceso que llevó a que, en 1998, se contratase la asistencia técnica para la redacción de la propuesta de ordenación global del anteproyecto del centro y del proyecto de circuito permanente.

A la vista de su evolución, la iniciativa nunca paró completamente, pero entre un trámite y otro llegaban a pasar varios años. Sin ir más lejos, el siguiente paso destacado fue cinco años más tarde, en 2003, cuando se publicó en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) que se sometía a trámite de audiencia a los propietarios y colindantes para que presentasen alegaciones.

Mientras que el consejero de Deportes del Cabildo en 2006, Dámaso Arteaga, reconoció en octubre de ese año que faltaba por adquirir el 30% del suelo necesario, en 2007 se abordó la adaptación de la infraestructura a los requisitos de la normativa de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), a lo que le siguió el anuncio de que faltaba el 20% de los terrenos.

Ya en abril de 2009 se aprobó la adquisición de más de 14.000 metros, y en noviembre el Consejo de Gobierno del Cabildo le dio el visto bueno a los proyectos de ejecución de obra y a los estudios de impacto ambiental y de viabilidad económica. Otro año importante fue 2011. Por un lado se conoció la necesidad de recabar capital privado y se anunció que se preveía adjudicar la obra en 2012, y, por otro, la institución insular le da luz verde a la declaración de impacto ambiental.

Problemas en la Cotmac que retrasaron la licitación marcaron el período 2012-2014. La búsqueda de inversores fue el siguiente capítulo, cerrado, no sin polémica, el pasado 18 de mayo. Se anunció entonces la adjudicación del proyecto a unas empresas italianas que se harán cargo de sufragar con medios propios los casi 30 millones que cuesta la obra a cambio de una concesión de explotación de 35 años de una instalación que estará ubicada en la zona de Los Duques, en el enclave de Atogo (Granadilla), precisamente un nombre con mucho significado para los amantes del motor al transcurrir por él un tramo automovilístico de renombre.