Objetivo cumplido, tiempo de análisis. Uno de los capitanes del Tenerife, Javier Moyano, analiza la temporada al día siguiente del triunfo que certificó la continuidad del equipo en Segunda A.

¿Cuál fue la sensación predominante tras derrotar al Betis?

De mucha alegría, sobre todo al ver a mis compañeros. Dentro sabemos perfectamente lo que hemos pasado y sufrido, y cómo fueron esos días en los que nos mirábamos a la cara viendo que la situación no mejoraba y que no teníamos resultados a pesar de que estábamos haciendo muchas cosas bien. Eso nos llevó a la frustración.

¿Lo veían peor de lo que transmitían en sus declaraciones?

Siempre hemos confiado en que íbamos a sacar esta situación adelante, pero también éramos conscientes de que muchas buenas plantillas se han visto dentro de estos bucles negativos y han acabado descendiendo. Te das cuenta de que no nos salvamos por la calidad deportiva o por el juego, sino porque hay un grupo humano que fue capaz de que esta situación delicada pareciera más fácil por cómo afrontábamos cada partido.

Entonces, con otro vestuario...

En estas circunstancias, con la cantidad de obstáculos deportivos y extradeportivos que hemos tenido que saltar desde el inicio, sin esta unión ni la calidad humana del vestuario, no habría sido posible. Hay que decirlo.

¿El vestuario siempre fue así o quizás no estuvo tan unido en el comienzo de la temporada?

Son muchas personalidades juntas y muchas caras nuevas en un vestuario, y al principio cuesta. La gente que llegó tuvo que adaptarse al trabajo que venía haciendo este grupo desde hacía años. Ahí empezaron los malos momentos, pero la autogestión que tuvo este vestuario fue perfecta. Sufrimos muchos problemas extradeportivos, por ejemplo, con compañeros que se fueron, pero, en general, el tiempo acabó dándonos la razón. Y había mejor equipo de lo que refleja la clasificación.

¿El proyecto nació mal?

Éramos conscientes de una cosa, de que si el comienzo de la Liga no era bueno, enseguida se iba a sacar el lastre del mal último tramo de la temporada pasada. Y así fue. El inicio no fue el deseado y reaparecieron los fantasmas de las siete jornadas de la Liga anterior. Ahí comenzó un runrún que no benefició en nada al equipo. Fue otro inconveniente que tuvimos.

Por tanto, ¿entre todos metimos al Tenerife en esta tesitura?

Tanto para lo bueno como para lo malo, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad: jugadores, aficionados, directivos... Cuando se dice que hay que remar en la misma dirección, tiene que ser en lo bueno y en lo malo. Si llega un éxito, no es solo cosa de los técnicos y de los futbolistas. También influyen el aficionado, la directiva... Y cuando hay algo negativo, igual. No se le puede achacar solo al jugador lo que ha pasado aquí, aunque sí somos culpables en mayor medida. Todos podemos hacer algo, desde que corta el césped al aficionado más lejano.

¿Cuál fue el peor momento?

Cuando el aficionado mostraba su malestar hacia el equipo; esos partidos en casa, por ejemplo, ante Ponferradina. Fue difícil para mí y también para el grupo. Pero había que aceptarlo y entender a la gente, que es la que paga y la que tiene el derecho de expresarse. De todas formas, sí nos dolió vivirlo.

¿El entorno jugó con fuego?

No nos quejamos, porque tampoco tenemos derecho a recriminar una actitud o lo que piensa el público, estemos de acuerdo o no. No somos quiénes para condenar que se critique a un jugador o a todos. El aficionado es soberano y tiene su opinión y su manera de expresarla en el estadio. En momentos determinados, el equipo se vio afectado por esas circunstancias, pero eso ya es pasado. Lo que hay que hacer es acabar bien la Liga en Soria y aprender de los errores cometidos en una temporada en la que muchos jugadores recibimos un cursillo acelerado de lo que es vivir todo tipo de circunstancias y de sensaciones.

¿Usted se sacó ese cursillo?

He pasado por experiencias similares, partiendo con objetivos diferentes. Pero de la manera en que se vivió aquí, nunca me había pasado. De todas formas, hay que saber en qué sitio estamos y a qué club representamos. Y tampoco me ha sorprendido. Sabía que nos podía pasar si no teníamos un buen inicio de temporada y la gente no se identificaba con nosotros.

¿En ese inicio del que habla el Tenerife perdió la esencia que, en general, tan buenos resultados le dio en las dos Ligas anteriores?

Podemos achacarlo a muchos factores, pero hubo momentos en los que el equipo estaba atenazado. Poco a poco fue perdiendo confianza, enteros en sus prestaciones, la fiabilidad que habíamos mostrado... Y fue un poco por todo, incluyendo la mala suerte. Ahora hay que hacer balance, ver dónde hemos fallado y ponerle solución.

¿Álvaro Cervera fue víctima solo de la mala suerte?

Con él tuvimos una seña de identidad que no perdimos en ningún momento. Me refiero a la intensidad y a ser un equipo difícil, que hace muchos kilómetros y que no da balones por perdido. Eso lo mantuvimos, porque no dejamos de creer que era la mejor manera de ganar partidos. Pero con Álvaro llegó un momento en el que nuestra confianza era mínima. No éramos capaces de jugar tranquilos ni de arriesgar un simple pase. Al final, las circunstancias que rodeaban al equipo en ese momento eran las que eran y no nos dejaban desenvolvernos. Tras el cambio de entrenador nos sentimos liberados de esa presión. Raúl (Agné) nos aportó cosas nuevas y sus ideas. El equipo dio un paso adelante, demostró madurez y avanzó para poder alcanzar la permanencia.

Mencionó las críticas individuales. ¿Se siente valorado?

Ni mucho ni poco. Cada uno tiene su opinión. Para gustos, colores. Pero el día que vaya, lo haré con la cabeza bien alta, sabiendo que jugué cada minuto con la camiseta del Tenerife dando el 150 por ciento. Estaré más o menos acertado, pero nunca me podrán echar en cara que no estoy implicado, que no tengo ganas de que las cosas nos salgan bien o que no estoy comprometido con el club.

¿Qué consejo daría para que el club no cometa los mismos fallos?

La gente que se ocupa de estos temas sabe perfectamente, sobre todo, lo que no quiere. Esta temporada nos ha servido de experiencia a todos. Pero el futuro no me ocupa ni me preocupa ahora. Quiero descansar, recuperar la energía y volver con muchas ganas.