En la penumbra de la cúpula del poder del Partido Popular en Canarias ya se han terminado de lamer las heridas. Les ha costado. El talegazo que se dieron en las municipales fue como masticar una bolsa de hiel. Muchos piensan que José Manuel Soria se equivocó al no proponer de candidato a Asier Antona, que se lo merecía sobradamente (y encima sacó unos buenos resultados en La Palma). Y otros más saben que el partido en Canarias se equivocó al ser durante cuatro años la voz de su amo, dando la cara por las políticas que se decidían en Madrid en contra a veces del sentido común y siempre sin consultar ni informar al partido en las islas. El electorado en realidad le ha dado una patada a Madrid en el trasero de los populares canarios.

Pero se trata de gestionar el día después y se han puesto a ello. Mientras Coalición y el PSOE negocian a nivel regional, el PP se ha lanzado a una guerra de guerrillas municipales. Intenta atar pactos por debajo que terminen dinamitando la gran alianza entre sus dos adversarios. Mientras Antona se ocupa de La Palma, con la inestimable ayuda de la animadversión que sienten mutuamente socialistas y nacionalistas, Manuel Domínguez trabaja el frente de Tenerife y ha lanzado su primer torpedo en Granadilla. La semana pasada estaba casi firmado el pacto para levantarle la alcaldía al socialista Jaime González Cejas. Coalición Canaria tuvo que activar el protocolo de urgencia para frenar lo inevitable y aún anda en discusiones con sus dirigentes en el municipio. Si los nacionalistas permiten la ofensiva en Granadilla saben que les puede estallar La Laguna. Javier Abreu tendría argumentos para devolverle la pelota a Coalición arrebatándoles la alcaldía lagunera. Y encima quedaría como un héroe con el partido en Tenerife (y los alcaldes del Sur).

Los populares van a lo suyo, lanzando globos sonda. Lo están haciendo en Santa Cruz, donde han ofrecido su apoyo a Bermúdez. Y en el Puerto de la Cruz. Pero si todo falla, a Asier Antona le queda un arma "secreta". Un arma cataclísmica que los populares ya utilizaron con éxito hace algunos años: ofrecer a los nacionalistas que gobiernen en solitario apoyándoles incondicionalmente en el Parlamento hasta las elecciones de noviembre. Todo para evitar que el PSOE entre en el Gobierno, para dividir el escenario y para enfrentar a los negociadores de Coalición al clamor de muchos de sus alcaldes seducidos por una "ganga política" al estilo de Mediamarkt yo no soy tonto: gobernar gratis total hasta noviembre. Ahí es nada.

El pacto lógico de los nacionalistas canarios es con el PSOE. Parece la fuerza emergente en el panorama nacional. Pero en política no hay nada escrito. Y no hay que olvidar que el PP, aún derrotado, tuvo seis millones de votos en las municipales. Así que la "propuesta bomba" de los populares tiene su cosa. Es lo único que les queda porque, con las nuevas leyes en la mano, los expulsados de CC y PSOE no cobrarán ni un duro en cabildos y ayuntamientos díscolos. Así que está vez salirse del tiesto tendrá un precio.