Estábamos todos con la atención puesta en las cacofonías palmeras y las apariciones de ectoplasma curbeliano, haciendo caritas a lo Bélmez en las paredes de un fantasmal pacto con el PP. Y así, entreteniéndonos, se nos pasó lo de sumar en Santa Cruz, que dábamos por hecho que aquí repetía Bermúdez su acuerdo con ese chico grandote, Martín, tan preocupado por la invasión de los dominios marítimo-terrestres. Y resulta que el alcalde (en funciones) ha sacado la calculadora y ha descubierto que le falta un voto para una mayoría de verdad fetén y glamourosa. Algún lumbrera dirá que en segunda votación hasta con un voto de menos sale alcalde el alcalde (en funciones), y que para tumbarlo habría que poner de acuerdo en votar un candidato alternativo a gente tan irreconciliable como esos que parecen Podemos y el PP. Pero eso al alcalde (en funciones) no le interesa una higa: él quiere un pacto estable desde el primer día, y si el PSOE no se lo da (que no), dice que nones. De momento lo dice en voz baja y por las esquinas, pero decirlo lo dice, que yo se lo he escuchado, que él se va con el PP, que le han ofrecido no sólo la cabeza de Cristina Tavío en un frasco de conserva, sino hasta la de la segunda de la lista, Zaida González, sólo por ser la pobre amiga de la señora Tavío, caída en desgracia. Y lo que haga falta, vaya.

Bermúdez (en funciones) y su pacto más fácil se convierte así en el detonante del pacto en marcha. Si el alcalde cede a los cantos de sirena de Manuel Domínguez (Carlos Alonso se fue de gira para no escucharlos, que a él las sirenas también le tiran) sería entonces la primera carta en caer de un castillo de naipes en derrumbe. Porque lo de Breña Alta será todo lo simbólico que se quiera, pero son apenas 7.298 vecinos y -no es por faltar- además son palmeros. Santa Cruz de Tenerife es otra cosa: está en el centro justo de toda la pomada, y se convierte en la espoleta de La Laguna, La Laguna en la de Granadilla y Granadilla en la del Cabildo. Y eso no hay buenos oficios negociadores que lo paren ni pacto que lo resista.

El PP lo sabe y ha iniciado el baile de las ofertas, poniéndoselo gratis y bonito a todo el que quiera: "Se ofrecen concejales dóciles y bien vestidos, para reventar pacto Coalición-PSOE". Ese es el anuncio por palabras que se reparte hoy por todos los municipios y Cabildos de Canarias, a la espera de que alguien pique. Es un anuncio trampa, pero el PP tiene todo el derecho del mundo a hacerlo: se juega en esta negociación cuatro años de absoluta travesía del desierto, con el PP nacional a la baja. Sin ayuntamientos ni cabildos ni el Gobierno de Canarias ni el de la nación, ni ministros, ni delegados, ni capitanes de empresa pública, el PP podría hasta dar pena.

Pero esa es otra historia. Ahora le toca mover a Bermúdez (en funciones). Y yo apuesto que no va a liarla parda. Pero ya saben que es muy frecuente que me equivoque.