El Aeropuerto de La Palma decidió en 2011 quedarse sin jardineros. Aena adjudicó el servicio priorizando la obra civil, al entender que las "escasas" zonas verdes con las que contaba la instalación no precisaban de profesionales para su mantenimiento.

Tres jardineros se vieron afectados con aquella decisión, siendo despedidos después de dos décadas desempeñando su labor en la zona aeroportuaria. Aena ha apostado en determinados momentos por contratar a una empresa externa para trabajos muy puntuales, sin ninguna continuidad, ante las críticas surgidas incluso desde el sector turístico por el estado en el que se encuentran espacios que están a la vista de los visitantes y residentes.

EL DÍA visitó la instalación para comprobar la atención de las zonas verdes cuatro años después de que se quedara sin jardineros. Lo primero: es cierto que el aeropuerto no destaca por sus jardines. Pero partiendo de esa premisa, los espacios que tiene para el embellecimiento de su entorno, que tampoco se pueden denominar de mínimos (unos pocos de miles de metros cuadrados), están prácticamente abandonados. Sin ninguna atención. Incluso las dos rotondas "ajardinadas" ubicadas dentro de su perímetro presentan un estado bastante mejorable.

En el diseño y construcción del aeropuerto, las principales zonas verdes se ubicaron por debajo de la carretera de salida por el sur. Se ejecutaron de forma escalonada con paredes de piedra hasta cuatro jardines, a los que se les dotó incluso del correspondiente riego por aspersión. La realidad, sin embargo, es que allí tan solo se divisan hierbas y matojos, y la sensación es que el agua para regar no se conecta desde hace años.

En este mismo espacio, justo debajo de la gasolinera, existe otro terreno que fue diseñado como "pulmón verde" del aeropuerto. Aquí la situación es aún peor. Se plantaron dos palmeras: a una ya se la dejó morir y la otra también se está secando, destacando también la proliferación de "malas hierbas". Ni una planta bien atendida.

Y si eso ocurre en las zonas más cercanas a la terminal, en los espacios que delimitan con la carretera tampoco el esfuerzo ha sido notable, más bien todo lo contrario, para dar algo más de colorido a la gris instalación. Se nota, por ejemplo, en el terreno que queda a la izquierda de la salida por la rotonda sur. Y es que las plantas no son lo fuerte de AENA, ni siquiera en una isla verde.