Hace nueve días defendió otra manera de generar cultura; una estrategia que ponga distancia con "la cultura de lo superfluo, de lo banal, donde solo se valora aquello que es útil económica o políticamente. La reflexión, el pensamiento, se ha visto relegado a un segundo término, por esa necesidad de lo inmediato y de lo efímero", dijo Cecilia Domínguez Luis en el discurso que pronunció en el teatro Guimerá en el transcurso de la gala de entrega de los Premios Canarias 2015.

Para defender ese posicionamiento hay que estar muy disgustada con el actual panorama cultural, ¿no?

Me dieron pie para que defendiera lo que siempre he defendido... Esa tribuna era perfecta, mal que les pese a algunos, para exigir otra forma de entender el hecho cultural.

¿Cree que su opinión va a ser más valorada ahora que es un premio Canarias?

No lo sé... Tengo dudas porque todos sabemos lo que en el pasado sucedió con otros premios Canarias. Aquí nos olvidamos pronto de las cosas buenas y, sinceramente, yo no me hago demasiadas ilusiones de que a mí no me vaya a ocurrir lo mismo.

¿Se refiere a un final similar al que tuvo el poeta Arturo Maccanti?

O al de Luis Feria... Espero no caer en el olvido como otros premios Canarias. Nunca he escrito con la obsesión de tener que ser premiada por mi labor. Eso es algo que no estaba planificado. Todo se dio de forma natural.

¿Pero internamente cree que este era un reconocimiento justo?

Aunque suene mal admitirlo públicamente, yo pienso que sí... De la misma manera que Nadime Gordimer declaró que había ganado el Premio Nobel porque se lo merecía, en mi caso creo que algunos méritos sí que he acumulado. Esto no es más que un reconocimiento a un trabajo: mi vida literaria empezó a los seis años y, por lo tanto, sí que hay algo de justicia en esta decisión.

Hace unos días presentó "El sepulcro vacío", ¿qué nos ofrece en esta novela?

Una historia que conocí a través de mi abuela; un hecho que ella contaba con un énfasis que acabó siendo una obsesión. El libro gira en torno al marqués de la Quinta Roja, concretamente, trata un suceso relacionado con la negación de la sepultura sagrada. La respuesta de su madre fue encargar un mausoleo a un arquitecto francés, que no solo se limitó a levantar esa edificación sino que construyó bajo una importante influencia masónica todo el entorno de los Jardines Victoria de La Orotava. Al final, el mausoleo no fue ocupado porque por al marqués lo enterraron en sagrado. La ficción comienza a partir de ahí.

¿Una trama localizada en "casa"?

Era una construcción que veía casi todos los días... A veces iba a los Jardines Victoria a comprar flores y me encontraba con un escenario que no tenía nada que ver con lo que hoy existe allí, que me reservo la opinión porque es una imagen que dista de aquella escenografía más bien umbría, invadida por naranjos y caminos apelmazados, llena de misterio.

¿Le quedan por escribir otras historias que le contó su abuela?

Alguna queda por ahí y si no todavía tengo cierto margen para inventármela (ríe)... Historias siempre hay, pero un escritor tiene que esperar esa señal que dice: es el momento. Mi vida literaria está en "stand by" hasta que ocurre algo que me lleva a la escritura.

¿Cómo se vive con un pie y medio en la poesía, porque ese género es el que más ha cultivado, y medio en la prosa?

Con tranquilidad y sin prisas. Hacer una cosa no significa que me aleje de la otra. De hecho, cuando empecé "El sepulcro vacío" también estaba metida en "Cuaderno de Orate", que son dos maneras de acometer un proyecto literario completamente opuestas.

¿No hay peligro de que esos dos géneros se pisen?

Isaac de Vega me decía: muchachita, porque él me llamaba así, cuando se ponga a escribir una novela olvídese de que es poeta. El lenguaje no es el mismo y el ritmo narrativo es crucial para que un proyecto funcione. Si no controlas el ritmo la historia se escapa.

¿Qué se puede hacer para el legado literario en Canarias no escape; para que muchos autores de arraigo sean conocidos por los lectores?

Hay adultos, incluso profesores, que no saben quién es Luis Feria: eso es muy triste. Ignoran ese talento porque jamás han leído nada de él.

Autora

Cecilia Domínguez

Título:

"El sepulcro vacío" Editorial: Nace

Páginas:

358