Durante los últimos cuatro años, Coalición Canaria gobernó Canarias plácidamente, con el PSOE. En La Palma los socialistas aliados con el PP habían desalojado a los nacionalistas de los principales ayuntamientos. La anomalía alcanzó a mediados de la legislatura al propio Cabildo de La Palma, donde CC expulsó a los socialistas y a cambio recibió una moción de censura que le arrebató la presidencia. Conviene recordar todo esto porque el pasado es el escenario en el que se celebra la actuación del presente.

Antonio Castro le reprochó amargamente a Paulino Rivero que estuviera durmiendo con su enemigo. Y ese reproche tuvo su precio a la hora de votar la candidatura de CC a la presidencia del Gobierno. Rivero perdió. De nada sirvió que el PSOE expulsara a los socialistas palmeros díscolos, a los que luego terminó readmitiendo con una curiosa ceremonia de juramento de Santa Gadea ante notario y con propósito de enmienda.

Luego llegaron las nuevas elecciones. Y un nuevo pacto entre el PSOE y CC. Y como la jodienda no tiene enmienda, de nuevo en La Palma volvieron a sonar los cañones. Los socialistas de Breña Alta quieren dar la patada en el trasero a CC y los nacionalistas de Garafía quieren hacer lo mismo con los socialistas. Y empiezan a brotar conos volcánicos en Fuencaliente y en Tijarafe y en el Cabildo. Y luego llega Granadilla. Y el Puerto de la Cruz. Y La Laguna. Y Santa Cruz. Y entre todos la mataron y ella sola se murió.

Esta sociedad nuestra de raíces tan judeocristianas tiene una necesidad compulsiva de hacer una lectura de la vida en términos de culpa. Así que cuando se produce algún fracaso siempre se buscan chivos expiatorios. Creo que es una pérdida de tiempo atender a los relatos lineales de buenos y malos, que son un constructo fabuloso del partidismo. Si el pacto entre Coalición y PSOE naufraga habrá sido porque lo han planteado muy mal, empezando la casa por el tejado. Porque es imposible que se puedan formar las mismas alianzas en todos los municipios de Canarias. Pueblo chico, infierno grande. Y si eso no lo sabían es que tienen que dedicarse a otra cosa.

¿Quién ha dicho que los pactos tienen que ser en cascada? ¿A quién se le ocurrió la memez de pensar que la misma partitura que puede tocar una orquesta sinfónica de virtuosos sirve para una parranda popular de timples, requintos, guitarras y una botella de anís el mono con cucharilla? Pero, almas de cántaro, pacten ustedes el gobierno y los cabildos. Y después que cada perro se lama su propio rabo.

A Clavijo le queda otro gobierno posible, por lo menos hasta noviembre, en minoría y apoyo parlamentario del PP y Casimiro Curbelo (porque meter al PP en el Gobierno sin llegar a las elecciones generales es un suicidio). Al PSOE no le quedan otras opciones. Tiene una posición más débil. Puede que todo esto sea una última vuelta de tuerca para que los socialistas se ablanden un poco y planteen una ganga de última hora. Nunca se sabe. A la hora de escribir estas líneas el ventorrillo huele a quemado. Como si en la mesa de negociaciones del pacto estuvieran friendo chicharrones. O sea, que la procesión sigue sin salir.