l sacrificio ritual de Cristina Tavío, inmolada en el ara sagrada del pacto por la derecha, es el precio que paga el PP por un último intento de hacer saltar por los aires la reedición del pacto de Gobierno de Coalición con el PSO. Los socialistas se rasgan las vestiduras por la traición del alcalde Bermúdez y presentan el ajusticiamiento de la Tavío como el no va más de la vileza. La verdad es que un poco de repelús sí que da, pero ni más ni menos que cuando -hace ahora cuatro añitos- al cabeza de lista por La Laguna, Gustavo Matos, lo ahorcaron los del PSO con su propia corbata colorada, para poder pactar cómodamente con Fernando Clavijo. s lo que tiene la política, que es de verdad muy difícil encontrar algo nuevo bajo el sol, sobre todo si se trata de trapisondas y canalladas. Compensada que será la Tavío con alguna suculenta canonjía parlamentaria por los suyos (ahora por lo menos no te tiran a una mazmorra), queda por saber cuál será el caminar de este pacto del alcalde, y su capacidad de reventar el otro.

Podrían elaborarse teorías al gusto del consumidor, pero al final lo que ocurra va a depender -creo yo- de la capacidad del PSO para sobrellevar los cuernos y cobrársela a Bermúdez & Cía sin pegarse un tiro en la propia pierna. Si se les va la mano, la renovación del pacto naufragará. Si lo hacen bien, Santa Cruz se puede convertir en un triste cromo comodín. De momento, ya han caído los del PSO en la trampa de levantarse de la mesa negociadora. Ahora solo les falta pedir la cabeza de Bermúdez, para que hasta el mismísimo comisario Barragán tenga que tragarse públicamente el sapo de sus amenazas disciplinarias. Porque ahora toca cerrar filas en torno a Bermúdez, justificar que es el PSO quien no quiso entrar y vender "urbi et orbi"las motos que hagan falta. Al alcalde del feudo capital de Santa Cruz no pueden aplicarle la misma medicina que a los disidentes de Tuineje. Faltaría. Al PSO le queda o romper o aplicarse un cataplasma en la cornamenta. Y jugar con los naipes de Arona y La Laguna. Porque aquí todos tienen sus ases en la manga.

Ahora no va a decirlo nadie, es tiempo de aplausos e insultos, pero lo que a mí me preocupa del capricho de Bermúdez es que si su pacto no contagia, va a estar más solo que la una, y con él también sola la ciudad. Con los flancos expuestos a la izquierda, y a salvo solo por la aritmética de la mitad más uno, lo del mamotreto va a parecerle un juego de niños, con esta oposición cargada de odio y de papeles. Yo creo que ha hecho Bermúdez un mal cálculo, porque estaría más seguro con la oposición dividida entre izquierdas y derechas que con toda la izquierda unida contra él, en un tiempo en el que la gente está de muy mala leche.

Claro que quizá no sea Santa Cruz la excepción, sino la primera de una lista. Si fuera así, lo de Bermúdez más que error habría sido apuesta, y lo de la Tavío no habría sido sacrificio, sino gambito. De dama.