Muchos no estarán de acuerdo, pero es indiscutible que tenemos un buen servicio sanitario. Claro que hay apartados que mejorar, pero la mayor parte se resolverían añadiendo más dinero o, mejor dicho, haciendo una buena gestión. Es mi opinión y hablo con imparcialidad, como usuario y paciente, pues no tengo a nadie dentro del sistema. Habrá voces que discrepen, pero en lo esencial, atención, buenos profesionales, limpieza o técnicas modernas y actuales, es un modelo a seguir y copiar por otros, pues recordemos que no hay que pagarlo.

Actualmente, por la edad y los abusos en la vida que van pasando factura, estoy inmerso en un problema de salud, que no tiene otro modo de resolverse que entregándose a las manos de los profesionales, en los que confío plenamente. Si ellos no lo logran, mi religión me permite encomendarme al altísimo para que decida, pero mi hija dice que no hace falta montar un drama.

En un momento u otro todos hemos tenido que pasar o pasaremos por el sistema de salud, bien para nosotros o por algún familiar. Esta experiencia es la que me permite hablar en positivo del servicio, ser objetivo, y no ir contra nadie, porque recordemos que nos atienden profesionales, humanos, y a veces equivocan los diagnósticos.

El otro día acudo con mi mujer al centro de salud. El médico no se fía por sus antecedentes y nos envía a Tomé Cano a hacer una radiografía. A las siete de la tarde, a velocidad de Fernando Alonso, me planto en el Rumeu, dejo a Paquita en la puerta y cuando vengo de aparcar, sale del ambulatorio y me dice que tenemos que volver a Candelaria, que la radiografía se la hicieron y se la mandaron al ordenador del médico. ¿Quién da más? La medicina ha avanzado tanto que hoy el diagnóstico lo hace prácticamente el aparato de turno y el galeno te pone el tratamiento. Todo está programado y tenemos una sanidad pública excelente, la privada también es inmejorable, pero ¿es tan difícil acoplarse? Lo importante es el paciente, a quien debe dedicarse tiempo y dinero.

La semana pasada amanezco sin visión en un ojo. Mi médico me envía a Urgencias de La Candelaria, y allí ya se sabe, atasco, infinidad de enfermos graves y menos graves, y paciencia para que te atiendan. Cuando me corresponde, que fue una media hora más tarde, la médico entiende que es tema de oftalmología y me envía a la planta correspondiente, donde me atienden con diligencia a lo largo de la tarde tres doctoras distintas. Me ponen diferentes gotas, paso por varios aparatos, me hacen pruebas de visión, y no se ponen de acuerdo en el diagnóstico. Más pruebas, interrogatorio exhaustivo en busca de las causas y me recomiendan un primer tratamiento en espera de otros exámenes. Días después otra doctora, preparada, atenta y cariñosa, revisa el historial y decide más pruebas y cambio de tratamiento en espera de sus resultados. Ahora, paciencia, pero agradecido con el trato, pues estamos en manos de jóvenes profesionales, muy capacitados, actualizados en las nuevas tecnologías, pero sobrecargados de trabajo. Ese es el quid de la cuestión. El dinero se desvía a otros menesteres y no en lo esencial. Demasiada fiesta y verbena gratis para el pueblo y poco personal en los centros, y el que está al frente sufre sin la remuneración económica adecuada, pues no es justo que cualquier "politicucho" gane más. Carecemos de políticos con sensibilidad, y los nuevos vienen cargados de promesas, palabrería, e ignorancia.

Cosas urgentes que hay que resolver además de más personal, la saturación de Urgencias y el aparcamiento. ¿Es tan difícil y complicado? No lo creo. Agilizar las listas de espera de los pacientes se arregla con más especialistas y mejor gestión de la infraestructura sanitaria. Tenemos una sanidad pública de las mejores, pero también tenemos un pueblo quejica que no aprecia la gratuidad de la asistencia y de los medicamentos, y que a veces también gasta por gusto. Si tuviera que pagarlo, a lo mejor no sería tan poco sensible. Invertir más, tanto en este sector como en educación y justicia garantiza el bienestar social.

Mi experiencia, aunque haya sido para curar males, ha sido enriquecedora y siempre seré optimista.

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