Germán enseña una imagen de extrema dureza que rechaza incluir en el reportaje. El presidente de la ONG de Cooperación Internacional Dona Vida entiende que no es necesario bordear el morbo para mostrar pruebas de una experiencia "única y real" que acaba de vivir en Nepal, país que lleva en su corazón desde hace años. Volvió de allí el pasado domingo, tras acudir a la llamada de sus gentes tras los devastadores terremotos de abril y mayo. Retornará en octubre.

De raíces venezolanas, Germán Domínguez Naranjo tiene 48 años y hace 23 que reside en la localidad grancanaria de Teror.

"Llegué a Nepal por primera vez en 2006 -explica-, con la idea de agradecer a la vida lo que me había dado en forma de adopción. Ahí vi por primera vez a mi niña, Sofía, que tenía 4 años y ya ha cumplido 9. Cuando dejaba el aeropuerto me prometí dar una oportunidad a otros miles de Sofis".

Su iniciativa de colocar huchas solidarias en Teror tuvo una respuesta "extraordinaria" con muchas ayudas, entre ellas la del alcalde de Teror, Juan de Dios, y el Gobierno de Canarias. Así empezamos, poquito a poco hasta registrar la organización en 2010".

Ha estado ya seis veces más allí: "Una para traerme a Sofi a través del protocolo público de adopción. Nadie está preparado para el impacto que supone retroceder 200 años en el tiempo. Volví hace unos 20 días con otros voluntarios tras los terribles terremotos de abril, sobre todo, y mayo. El golpe ha sido brutal. En segundos se han destruido proyectos de años. Calculo unos 11.000 muertos, más que las cifras oficiales. Incluso el Everest ha crecido unos centímetros".

Germán sembró la semilla de la cooperación en la aldea de Kabilash, cercana a Katmandú, la capital, "donde aún huele a putrefacto". A sus 7.000 habitantes ha ofrecido un dispensario y un centro de enseñanza. Como ejemplo de una realidad "desconocida" hay "una sola sonda urinaria para 3.000 personas".

Germán volverá a Nepal para continuar con la labor de la ONG en el país. En la página web www.dona-vida.org da los datos de una cuenta para recibir "los donativos de la solidaridad" porque "la ayuda internacional no llega a la gente". De momento, ha enganchado para su causa a un tinerfeño, el periodista Rafael Lutzardo, decidido a irse "para ayudar en lo que haga falta".