Hay temas, lo he escrito en múltiples ocasiones, que no me gusta tratarlos hasta ver la reacción de la ciudadanía una vez se publicitan. Se podrá pensar -y tienen derecho a hacerlo los que así piensan- que no me quiero "mojar", que soy de los que me gusta nadar y guardar la ropa, pero puedo asegurarles que esa opinión es totalmente errónea. Sí soy, lo reconozco, de los que primero cuentan hasta diez y luego opinan, pero actúo así por respeto a esa ciudadanía que antes mencionaba, que raras veces se suele equivocar en sus apreciaciones. Puede a veces parecerlo -no hay más que oír los comentarios surgidos tras el resultado de las recientes elecciones-, pero ya veremos (se dice) cómo esos pactos entre tres o cuatro fuerzas políticas traerán más venturas que desventuras.

En el caso de la pitada -¿quién no sabe que me refiero a la que se le propinó al himno de España en la final de la copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic?- todos sabíamos lo que iba a ocurrir, y ocurrió tal y como estaba escrito en el guion pergeñado por los nacionalistas catalanes (que no por todos los asistentes). Ese comportamiento, esa falta de respeto a la opinión de los demás espectadores, es lo que más ha dolido al resto de españoles, que han tratado a los separatistas de todo menos de guapos. ¿Y qué decir de la sonrisa de Arturo Mas? Sería bueno que hubiese especialistas capaces de interpretar las sonrisas, como hay quirománticos. Puede ser irónica, despectiva, risueña, fría y calculadora, satisfecha..., y yo creo que todos los que la hemos visto la hemos enjuiciado. Pero me quedo con la de un articulista cuyo nombre ahora no recuerdo: en vez de sonreír por la sonoridad de la pitada, más le valdría solucionar el gravísimo problema que atraviesa la Sanidad catalana, que lamentablemente será una vez más (con acento y en minúscula) solucionada por papá Estado.

En fin, para qué seguir hablando de algo que cualquier persona con sentido común entendería como absurdo. Tal y como han afirmado muchos cronistas, creo que espectáculos de esa categoría solo se dan en España. Comprendo que en nuestro país los separatistas son legión, pero también existen en Italia, Bélgica y Francia, por ejemplo, pero no ocurre lo que sucedió en Barcelona el día 31 de mayo. Mejor dicho, sí, ha sucedido, creo que en Francia, siendo Sarcozy presidente del país galo. Se jugaba un partido entre la selección gala y la de Túnez, y al oírse los acordes de la Marsellesa la pitada de los aficionados tunecinos la hicieron inaudible. Con este y otros precedentes la gente se pregunta qué necesidad tenían las autoridades de propiciar actos como el mencionado. ¿Era necesario que la final se celebrara en Barcelona? ¡Qué patéticas resultan las declaraciones de muchas "celebridades" loando la libertad de expresión, como si esa libertad no llevase implícito respetar la de los demás!

A pesar de lo anteriormente manifestado, creo que sería un error sancionar al Barcelona C.F. Ni multa ni cierre del estadio, porque han sido las autoridades deportivas españolas las que merecen ser sancionadas; a menos que, en el fondo, existiese el propósito de hacer pasar un mal rato a Felipe VI, nuestro flamante rey. Lo que sí debe hacerse es evitar situaciones como esta. No tocar el himno en los encuentros deportivos -solo allende nuestras fronteras-, no celebrar encuentros decisivos en las ciudades que representan los contendientes, evitar que entren en las selecciones nacionales quienes se manifiestan independentistas, etc. O eliminar la Copa del Rey.