Este viernes, y convocadas por la asociación Demócratas por el Cambio, se celebran concentraciones en Santa Cruz y Las Palmas a favor de la modificación del sistema electoral canario. En principio, es difícil no estar de acuerdo con una iniciativa que lo que persigue es mejorar la actual legislación electoral, aquejada de vicios y problemas reiteradamente denunciados. Lo que ocurre es que sobre esta cuestión, como sobre tantas otras en política, circulan sorprendentes mitologías, falsedades y exageraciones. La primera es que el sistema electoral canario es responsable de la pervivencia de Coalición Canaria en el poder. Eso no es cierto: Coalición se mantiene en el poder desde el año 1993 porque miles de ciudadanos la votan y porque la incapacidad de los otros dos grandes partidos canarios -el PSOE y el PP- para entenderse sitúa a los nacionalistas en la centralidad política. Por eso todos los gobiernos se construyen en torno a Coalición, porque es la única novia para dos pretendientes. Es cierto que con un sistema estrictamente proporcional, Coalición Canaria no habría sido en estas elecciones, ni en las anteriores ni en las otras, la fuerza política con más diputados, sino la segunda e incluso la tercera, pero eso no habría modificado su papel de única novia en los pactos y -por tanto- de clave en todos los Gobiernos regionales.

Por otro lado, y esto es quizá lo más importante, la idea de un sistema estrictamente proporcional es completamente inviable, en Canarias y en cualquier otra latitud: un sistema en el que un diputado de El Hierro costara en votos lo mismo que uno de Tenerife o Gran Canaria, y en el que El Hierro mantuviera sus actuales tres diputados en el Parlamento, requeriría que se eligieran 75 diputados por Tenerife y otros 75 por Gran Canaria, y daría lugar a un Parlamento Canario que sobrepasaría con creces los 200 escaños. En todos los Parlamentos del mundo se prima más a las circunscripciones pequeñas, sin que eso implique una merma de democracia. El verdadero problema de la representación en Canarias es que el peso del territorio no se equilibra con el de la representación política. Y eso no se soluciona redistribuyendo los diputados posibles por las siete circunscripciones existentes, sino creando una circunscripción electoral nueva, la circunscripción canaria. La idea de dar más diputados a las islas más pobladas no resuelve nada, y crea problemas nuevos. De momento, lo que puede hacerse con carácter inmediato -antes de un año- es acabar con el abusivo sistema de topes, que perjudica a los partidos pequeños y refuerza el sistema actual (gracias a esos topes Coalición tiene hoy un diputado más por Tenerife y Nueva Canarias uno más por Gran Canaria, que correspondían a Ciudadanos). Y abrir un gran debate público sobre modelos posibles. Un debate construido sobre hechos, no sobre fantasías y prejuicios.