Hay un golpe gracioso del lagunero don Alonso Tabares y fue cuando le dijeron que a la Librería El Águila habían llegado unas máquinas de escribir, a lo que responde don Alonso: "Cojonudo, así ya se terminan las faltas de ortografía".

En una ocasión, va mi abuelo, Juan Bautista Oliva, en el tranvía (me estoy refiriendo al viejo tranvía de las décadas 30 y 40 del pasado siglo), con dirección a Santa Cruz, y sentada a su lado iba una fuerte "belilla", que hasta tenía pedigrí, la cual llevaba entre sus piernas una lata de aceite de las grandes. Bien, a la altura de La Cuesta, esta hace ademán de ponerse en pie y de agarrar la lata, pues iba a bajarse en esa parada. Entonces mi abuelo, al ver que la "maga" va a coger la lata de aceite, la para en seco diciéndole: "Deje la lata donde está, ¿no sabe que la lata es mía?", contestándole: "De eso nada, la compré esta mañana en el mercado de La Laguna, y además ¿por qué carajo dice usted que es suya?", y mi abuelo se marca un "golpe" para enmarcar cuando le contesta: "A ver, buena mujer, ¿qué pone la lata de aceite por fuera?", contestándole la mujer del agro: "Aceite de Oliva", rematando y concluyendo mi abuelo: "Pues Oliva soy yo, por lo que la lata es mía". La portadora de la dichosa lata se baja del tranvía con ella, pero no paraba de reírse, y no es porque fuera mi abuelo, pero el brevísimo diálogo que mantuvo con la "belilla" no tuvo desperdicio.

Y como estoy escribiendo sobre el tranvía no me resisto a recitar una copla canaria cuyo autor es SELFIdio Alonso (que, por cierto, es el único que queda en el grupo de Los Sabandeños de la primera etapa y no dieciocho, como declaró el aludido al periódico La Opinión, que también recoge que SELFIdio es el "alma" del grupo, debiendo ser los demás el "cuerpo", no precisamente de baile, sino de tocadores y cantadores). La copla SELFIdiana dice así: "En el tranvía del Teide / yo me he de montar / pues el sexto mandamiento / manda no fornicular".

Ya les he hablado de la orquesta Los Universitarios, que en los años 50 y 60 del pasado siglo actuábamos en el Lido San Telmo del Puerto de la Cruz, y alternábamos con actuaciones en el salón de baile del hotel Las Vegas, de Ángel Piñeiro, padre de Alo y Berta Piñeiro. Con el dinero que obtuvimos nos fuimos el 8 de diciembre de 1960, en el barco "Ernesto Anastasio", hasta Málaga, siguiendo luego hasta Barcelona y de allí, en autobús, atravesando una parte de Francia, hasta Münich.

Recuerdo que hicimos noche en Lyon y antes de irnos al "echadero", y después de una buena cena donde no faltó el vino francés, decidimos ir a un cine en el que estaban poniendo "Un rayo de sol" (Un rayon de soleil), de la cantante hispana Marisol.

Cuando llegamos a Münich, al día siguiente, y ya de noche, estábamos a 18 (bajo palio no) bajo cero, y un sujeto empleado de la estación de autobuses que chapurreaba un poco español nos dijo: "¿Ustedes son canarios?", y Quique el Peta, ante la ola de frío con la que nos recibió Alemania, le contestó: "Canarios no, pingüinos".

En Punta del Hidalgo, en la curva que desde hace mucho tiempo se conoce con el nombre de "Sabanda", se encuentra el monumento al grupo musical Los Sabandeños, del que fue autor el escultor Fernando Garcíarramos, y como muchos de ustedes saben lo constituye una manta esperancera semicerrada y en la parte anterior de la misma está colocado un timple, y todo ello sobre una base de hormigón armado. Precisamente, cuando estaba solo la base, al Calzones no se le ocurre otra cosa que ir a su casa, vestirse de "sabandeño" y trepar a la misma con su guitarra en sus manos, haciéndole el Espada una porrada de fotos.

O sea, el monumento fue inaugurado dos veces. Una, por el propio Calzones en carne y hueso, y que en su día diera a conocer mi buen amigo José Carlos (Mi Niño) Marrero en su famosa página nominada El Cotarro.

Olivaradas: ¿usted sabe la diferencia que hay entre Dios y Antonio Alarcó? Coño, en que Dios no es cirujano.

*Pensionista de larga duración y sufragista (puede elegir y ser elegido)