Soy sincero, absolutamente sincero si afirmo aquí, con la colaboración de mi indiscutible conocimiento de las cosas, que una de las notas más negativas del ser humano en su vida cotidiana es la costumbre -lamentable costumbre- de opinar a su aire y sin enterarse de cómo han sido o son las cosas en lo relativo a la vida de los demás. Reconozco que la situación no es nueva, que no nació ayer tarde; pero ahí está, impertérrita. Y quienes así actúan no se conforman con ella. No solo afecta a lo que hacen los demás sino también a lo que piensan. Ya saben ustedes que la ignorancia es muy atrevida.

Me ocupé hace unas semanas del desarrollo de las llamadas Jornadas Culturales el Archipiélago, que tenían como escenario, sobre todo, las localidades de Garachico y Agaete, alternativamente, aunque luego intervinieran municipios de otras Islas. Y cité personajes de las derechas y las izquierdas que tomaron un día parte en ellas. Tal trabajo ha dado lugar a que Juan opine que solo conseguí con él mi indisimulable tendencia derechista. Pedro prefirió decir que todo había sido un montaje para ensalzar la figura de mi amigo Lorenzo Dorta, organizador y director de tales Jornadas. Para Antonio, a aquella lectura dominical le faltó valentía para aclarar que la labor cultural de los demás en Garachico tiene tanta o más categoría que la de entonces, aunque yo no haya tenido el más mínimo interés en reconocerlo.

Conozco -aunque solo de oídas- la hermosa tarea que es llevada actualmente a cabo en el ambiente cultural de Garachico por David Baute y sus más directos colaboradores, que son varios. Y digo "de oídas" porque, por razones familiares, no me es posible asistir a los actos que se ofrecen. Así se lo hice saber un día al propio David, quien me confesó que lo entendía perfectamente.

Puedo decir, además y aunque parezca una presunción por mi parte, que he sido cofundador de la Romería de San Roque, la Fiesta de las Tradiciones y la Procesión Magna de la Villa y Puerto de mi nacimiento. Y empleo la voz cofundador porque no quiero ignorar, como hacen otros, que esas tres festividades tuvieron la intervención de José María Velázquez, Nano Afonso, Rafael Gutiérrez, Rufino de León, Paco Díaz, Jesús Manuel Tosco, Julián y Pepe de León, Eduardo González, Paco Páez, Paco Afonso... varios de ellos ya fallecidos. Creo que solo tres de los reseñados seguimos en pie no sé por cuánto tiempo... Nuestras edades son ya avanzadas. Y ocurre, amigos, que este pueblerino que les habla no ha podido acudir, en los cuatro años más recientes, a ninguna de las celebraciones que he citado, a causa de las razones familiares a las que aludí unos renglones más arriba. No es un capricho, señores; son las circunstancias; unas circunstancias que hacen su presencia en la vida de cada cual cuando llega el momento. Y a uno no le queda otro recurso que obedecer a la Naturaleza. Obedecer a Dios, como decimos los creyentes, entre los que me cuento.

Después de la situación que dejo planteada en los párrafos anteriores, ¿cómo voy a asistir a los numerosos actos que organizan el joven cinéfilo David y sus compañeros? No sé si con estas palabras que dejo expuestas hoy en mi trabajo convenceré a los lectores que tengan una opinión contraria o, al menos, diferente a la mía. Las Jornadas Culturales tuvieron un eco y una duración de 19 ediciones. Sería de desear que la labor actual se remontase también a tales alturas. Y sobre todo, sería de desear que algunos dejaran en paz a quienes, con algunos años más sobre la mente y las costillas, hicieron en su tiempo lo que pudieron. Lo importante es trabajar y dejar en paz a quienes ya están de vuelta de muchas cosas. Aunque hablar y hablar y hablar siga siendo un deporte de moda. Aquí, allá y acullá.