La calle Méndez Núñez afronta su primer verano sin jacarandas y sus vecinos ya han comenzado a sentir los efectos de quedarse sin sombra.

Los árboles, enfermos y deteriorados como estaban, proyectaban su sombra en las fachadas de las viviendas, y aliviaban en algo el calor. Ahora, al sustituirlos por arbustos, ya no hay sombra que valga, y el ambiente se hace irrespirable en algunas viviendas acostumbradas al parasol de las jacarandas.

A finales de marzo, el Ayuntamiento de Santa Cruz inició la tala de las jacarandas afectadas por plaga de cochinilla Orthezia insignis, unos insectos que han actuado chupando la savia de las hojas. "Durante este proceso, segregan una melaza azucarada y pegajosa que acaba impregnando todo el entorno que abarcan las copas de los árboles (aceras, pavimentos, fachadas, vehículos y mobiliario urbano), originando así molestias a los ciudadanos y generando una necesidad constante de limpieza en las aceras. Sobre esta melaza, además, se asienta un hongo, conocido como negrilla o fumagina, que le confiere una apariencia negruzca a los troncos de los árboles", explicaba el consistorio entonces en una nota de prensa.

Muchos de los residentes en la vía entendieron y asumieron estas explicaciones, diciéndole incluso a Pepe Ramos, de la Asociación de El Toscal de Las Tribulaciones, impulsor de la lucha contra la tala, "que había que vivir allí para hablar con propiedad", según el mismo recordó ayer. Ramos detalló que no hay ninguna novedad sobre la denuncia que presentaron en la Fiscalía y que rechazó suspender la tala de forma cautelar.

Sin embargo, una cosa es compartir que talen unos árboles enfermos y otra que gusten los ejemplares de ficus benjamina trenzado, cuya sombra no llega ni a la rodilla de un adulto.

"Tenían que haber puesto jacarandas en buenas condiciones", opina Antonia León, una vecina de la calle.

Carmen Rosa Fumero también cree que estos arbustos han sido atracción para perros y suciedad. "El Toscal en general está sucio y descuidado", opina.

Méndez Núñez ya no es la misma sin las jacarandas. Ya no se pegan los pies en la acera por efecto de la melaza. Pero tampoco hay una sombra en la que cobijarse.