Esta semana se conoció la sentencia por el asesinato de un niño de 4 años y sus abuelos en Piedra Hincada en marzo de 2013. En el juicio, la acusación popular planteó una reconstrucción del trágico suceso en la que se intentaron incluir determinados detalles o aspectos que complementaran el riguroso informe de la Guardia Civil.

El responsable de coordinar esa reconstrucción fue el criminólogo Félix Ríos y algunos colaboradores, englobados en el colectivo Laxhsmi. Esa tarea se inicia con un estudio de todo el expediente, con declaraciones del acusado y testigos; la autopsia; la inspección ocular o los informes de toxicología y genética. Es decir, se recopilan los datos existentes. Ríos aclara que el segundo paso es el "trabajo de campo", mediante entrevistas con testigos, familiares de las víctimas y profesionales que tomaron parte en la investigación y en la instrucción judicial. Según este criminólogo, el objetivo es "concretar detalles que no se incluyen en el expediente".

En este apartado, apunta Ríos, "fue fundamental hablar con la madre del niño asesinado para situar el cuchillo usado en los crímenes en la planta baja de la vivienda", donde residía el procesado con su entonces esposa y el menor. Para Ríos, este matiz permitió contrarrestar la versión del acusado y que consistía en que el arma blanca la tenía el abuelo en las manos cuando se inició una supuesta pelea entre ambos.

Otro apartado consistió en visitar el domicilio, para conocer la distribución de las habitaciones, muebles y puntos de visibilidad o cómo se transmiten los sonidos a determinadas dependencias, para lo que se utilizan las fotos efectuadas por el Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil durante la inspección ocular. Ríos indica que la presencia en la casa "fue fundamental para darnos cuenta de que los gritos que se emiten en la primera planta, donde estaba el abuelo, se oyen en la azotea, donde se hallaban el niño y la abuela". La conclusión fue que, "si estos últimos no reaccionaron a la defensiva ni pidieron ayuda se debe a que el abuelo no tuvo oportunidad de gritar, ya que sufrió un ataque por sorpresa".

Para Ríos, esta aportación contribuyó a que la fiscal y el Jurado "se convencieran de la alevosía".

Después, según el criminólogo, se reúne el equipo para valorar los informes forenses estudiados y las gestiones efectuadas. A partir de ahí se proponen hipótesis sobre cómo y por qué ocurrieron los hechos, como los antecedentes del caso; la situación precriminal (horas y minutos posteriores); la dinámica criminal (la ejecución de las muertes) y lo que sucede tras el hecho delictivo. Otros aspectos que se valoran son el porqué de la conducta del acusado y cómo la desarrolló, "lo que ayuda a entender el móvil de los crímenes" y circunstancias como el ensañamiento o la alevosía (la imposibilidad de la víctima de defenderse). Para representar esa labor se usaron gráficos, mapas de heridas, esquemas del escenario, así como viñetas, vídeos y reconstrucciones virtuales para explicar en juicio la secuencia del suceso.