El cartero siempre llama dos veces y parece que Twitter, Facebook y compañía, también. El caso que le ha costado el área de Cultura al concejal madrileño Guillermo Zapata ha abierto un nuevo horizonte en política, el virtual, que los políticos tendrán que controlar al milímetro para evitar disgustos.

Y es que a partir de ahora tendrán que andarse con mucho ojo a la hora de tuitear, además de familiarizarse con expresiones como "reputación online" y "huella digital", que hace unas semanas podían sonar a chino, pero que ahora marcan la frontera entre la ejemplaridad y el desastre.

"La reputación online es el conjunto de opiniones o valoraciones que se hacen en la red sobre una persona", explica Iván Pino, director de Comunicación Digital de Llorente y Cuenca, a Efe.

Por su parte, la huella digital es un concepto más amplio y tiene gran incidencia en la reputación ''online'', es decir, influye de forma decisiva en lo que las personas pueden pensar de un individuo en concreto.

"La huella digital es el rastro que deja nuestro comportamiento en la red, ya sean perfiles mediante las redes sociales, webs personales, blogs o comentarios", indica Emma Cid, directora de Corporate en la consultora Torres y Carrera.

Precisamente la huella digital le ha costado el puesto a Zapata, quien, como resalta Pino, no se percató de un aspecto relacionado con internet en el que muy pocos usuarios reparan.

"La comunicación en internet es pública por definición y todos deberíamos ser conscientes de ello", aclara el experto, quien analiza que el concejal seguramente pensó que se estaba relacionando "en un ámbito más o menos privado" con sus seguidores a la hora de publicar sus polémicos comentarios en Twitter.

Años más tarde y coincidiendo con su investidura como concejal, esa relación privada ha pasado "a una esfera pública y lo que había dicho se ha convertido en materia de noticia en medios de comunicación", identifica Pino.

"Creo que este caso va a ayudar a muchos políticos a darse cuenta de la trascendencia, permanencia y relevancia de lo que se dice en redes sociales", vaticina Cid, quien no duda a la hora de calificar el caso Zapata como "un ejemplo más de mal uso de las redes sociales", algo que los políticos deben evitar.

Tradicionalmente los discursos de los representantes de la ciudadanía siempre han estado medidos al milímetro y desde hace unos años ocurre lo mismo en internet y en las redes sociales.

A la hora de gestionar la reputación ''online'' de un político, Cid subraya que es de vital importancia ser consciente de que todo lo que se escriba en internet "va a tener la misma trascendencia o incluso más" que si se dijera en un medio de comunicación.

Pese a ello son numerosos los ejemplos de políticos -de todos los colores- que, en ejercicio activo de la política y con un equipo de profesionales de la comunicación detrás, han cometido errores en este sentido.

Sin embargo, lo más llamativo del caso Zapata y lo que más intranquilidad genera es que manifestaciones realizadas hace años, en otra etapa de la vida totalmente diferente, pueden volverse en contra de cualquier político en cualquier momento.

"Esto puede ser un ejercicio interminable porque siempre es posible extraer una frase o una declaración", advierte Pino, quien compara la huella que dejamos en internet con las antiguas hemerotecas, con la única diferencia de que en internet "todo es más accesible", resalta.

De esta forma, y como subraya el director de Comunicación Digital, todo lo que esté escrito, aunque sea de hace décadas, puede ser devuelto en cualquier momento a la memoria colectiva, volver a ser relevante "y que no termine de olvidarse".

Pino admite "no saber" lo que dará de sí esta nueva técnica de contienda política que en lo que va de semana ha hecho borrar sus tuits a numerosos políticos y, aunque no lo hayan admitido, seguro que ha hecho temblar a otros tantos.