Por primera vez en el edificio todos hemos hecho frente común y ha sido para defender a un cerdo. En menos de una semana, Cinco Jotas ha conquistado nuestros corazones y estamos haciendo lo imposible para que doña Monsi no se entere de que convivimos con un cochino. De hacerlo, ese sería su final. Incluso Carmela ha terminado rendida a sus pezuñas y ya va contando que, dentro de unos meses cuando nazcan sus retoños, jugarán con el animalito.

-Lo más importante es que si doña Monsi lo ve crea que es un perro -sugirió Úrsula.

-Pero es que el pobre es tan gordo y rosadito que será difícil engañarla -apuntó la Padilla, que, todavía, no ha querido contarle nada a su sobrina Alegría, que, el martes, empezó a colaborar en un comedor social en el sur.

-Tita, sé que este es el primer paso para mi gran sueño de ser monja: ayudar a los demás -le dijo la chica con una cara que parecía su nombre.

Neruda se ha ofrecido a llevarla en su furgoneta todos los días. El hombre se ha enamorado perdidamente de ella. El único problema es que doña Monsi le ha encargado que haga cinco rondas de seguridad al día por el edificio y hay dos que coinciden con el desplazamiento, con lo que le ha tenido que pedir a Eisi que le cubra. A cambio le ha regalado un viejo vinilo de Led Zeppelin que guardaba como oro en paño.

Mientras su sobrina se pasa el día ayudando a los más necesitados, la Padilla se dedica, con la colaboración de los vecinos, a convertir a Cinco Jotas en un perro. María Victoria ha dejado que Miniña, una de sus caniches, pase un par de horas con él para que aprenda el andar de la perrita, aunque temo que al final, el cochino aprenderá las maneras de la mujer, que, ahora, le ha dado por llevar esos "leggins" a lo guepardo argelino y acabará corriendo a más de 115 km/h, como si él fuera el felino.

Carmela propuso hacer una dieta para que Cinco Jotas baje de peso. "Un perro no puede ser tan gordo, y si doña Monsi lo ve se dará cuenta del engaño", nos advirtió. Así que, desde el miércoles, el cochino lleva una dieta estricta de acelgas, zanahorias y un par de insectos voladores. Además, Bernardo, el taxista, lo saca todas las tardes a correr.

-Yo ya he bajado un par de kilos en solo dos semanas -nos contó y, entonces, me imaginé al pobre animalito, jadeando detrás del taxista. Y como yo cuando me pongo a imaginar no paro, también vi su imagen en chandal, con una gorrita para el sol y sudando, como un cerdo, el cerdo.

El jueves tuvimos nuestra primera prueba de fuego. Al salir del ascensor, doña Monsi se encontró cara a cara con Cinco Jotas, que venía del supermercado con la Padilla.

-¿Y eso? -preguntó la presidenta.

-Es Toby. Mi perro -dijo la Padilla, más nerviosa que un flan encima de mi lavadora cuando empieza a centrifugar.

-Un poco gordo, ¿no? -preguntó mientras se empujaba las gafas nariz arriba, que, por suerte, creemos que tiene mal graduadas.

-Es que es un cerdus terrier -interrumpió Carmela.

Con la dieta estricta y el ejercicio, Cinco Jotas ha perdido unos cuantos kilos y, aunque yo no le he visto el torso, Carmela asegura que va camino de la tableta de chocolate. ¡Qué exagerada es esta mujer! Lo que sí van bien son sus clases de compostura y movimiento con la caniche de María Victoria, y ayer ya se le pudo escuchar su primer ladrido. Tímido, pero ladrido al menos.

Así que, de momento, creemos que nuestro cerdus terrier podrá seguir entre nosotros sin problemas, aunque Eisi ya está metiendo mano en el asunto y la está liando. Carmela lo trincó el otro día dándole trozos de morcilla a escondidas.

-Qué poco tacto. Si el pobre supiera lo que se está comiendo -dijo ella muy afectada.

-Pero ¿ustedes no se dan cuenta de que si sigue adelgazando no se podrá comer? Qué desperdicio de jamón -le echó en cara.

Carmela salió corriendo y lleva tres días llorando sin parar.

@IrmaCervino

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