El papa Francisco criticó ayer la exclusión de los pobres y de los enfermos en la sociedad, un fenómeno que se debe, a su juicio, a una "crisis antropológica" para la que es preciso "desarrollar anticuerpos".

Sus palabras se produjeron durante su visita a la iglesia de la Pequeña Casa de la Divina Providencia de Turín (norte de Italia), instituto religioso que se encarga de asistir a personas pobres y enfermas.

"La exclusión de los pobres y la dificultad de los indigentes para recibir asistencia y medicamentos necesarios es una situación que, lamentablemente, aún está presente en la actualidad", criticó el pontífice.

Y añadió: "Se han producido grandes progresos en la medicina y en la asistencia social pero se ha difundido una cultura de descarte como consecuencia de una crisis antropológica que no pone al hombre en el centro sino al consumo y a los intereses económicos".

Entre las víctimas de esta situación, Bergoglio señaló a los ancianos, cuya "longevidad a veces no se ve como un don de Dios, sino que a menudo se percibe como un peso difícil de sostener, sobre todo cuando es fuertemente comprometedora". "Esta mentalidad no beneficia a la sociedad y nuestro deber es desarrollar los ''anticuerpos'' contra este modo de ver a los ancianos o a las personas con discapacidad, como si fueran vidas que no son dignas de ser vividas", subrayó.

Este fue el penúltimo acto en la agenda de ayer del Papa en Turín, que concluyó con un encuentro con los jóvenes en la céntrica plaza Vittorio.

Acto seguido se retiró para cenar y pernoctar en la sede del arzobispado turinés y hoy, lunes, afrontará su segunda jornada en la capital piamontesa, donde se reunirá de manera "estrictamente privada" con algunos familiares y acudirá a un templo evangélico.