Es curiosa la importancia que somos capaces de darle a todo: ayer escuché en un debate mañanero valorar la importancia simbólica de que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se haya desplazado a Tenerife para formar el acuerdo de Gobierno con Coalición Canaria, en vez de ir todos a Madrid a suscribirlo. Ustedes se preguntarán para qué hace falta que los acuerdos se rubriquen por el máximo dirigente del PSOE y el máximo dirigente de Coalición, si acaso es que ocurre que los del PSOE de aquí no tienen firma registrada... Pero resulta que lo de retratar al mandamás del PSOE es una exigencia tradicional de los nacionalistas: quieren dejar claro con la foto que el acuerdo es entre partidos, y que compromete al PSOE nacional. Algo así como el Compromiso por Tenerife de Carlos Alonso, pero a lo bestia.

Lo de que sea aquí o allá nos lo vende cada bando de una manera distinta. Desde el PSOE nos dicen -los mismos que acudieron mansamente a la firma de Madrid en el 2011- que no tiene ningún sentido desplazarse a la Villa y Corte, que lo importante es que el contrato se suscriba, y que debe ser en Canarias, porque los pactos son aquí. Los de Coalición le dan la vuelta a la tortilla y venden que el éxito es de ellos, y que la otra vez ni siquiera acudió a firmarlo Pepe Blanco, que estaba ocupado y tuvieron que mandarle el documento para que estampara su rúbrica.

Así, esta aparente cuestión de protocolo, tan nimia ella (la verdad verdadera es que se firma en Tenerife porque Patricia Hernández está ya en su octavo mes de embarazo y no le conviene coger aviones), nos da una de las claves de un futuro Gobierno que no acaba de arrancar y tiene ya registrada fecha de revisión para después de las elecciones generales. Porque eso es lo más obvio de este acuerdo: que se hace desde el convencimiento de que el PSOE acabará instalado en Moncloa después de las próximas elecciones. Y esa es precisamente la duda metódica que divide a los nacionalistas: unos, con Clavijo al frente, están convencidos de que el PP perderá fuelle en las próximas. Y otros creen lo contrario, que entre el PP, Ciudadanos y los nacionalistas de Unió y el PNV, se podrá cerrar un acuerdo de centroderecha, en el que también podría entrar Coalición. Por eso, si el PSOE no consigue estar en el próximo Gobierno de la nación, si Pedro Sánchez no sienta antes de fin de año sus ilustres posaderas en el sofá de cuero blanco de la Moncloa, ya me dirán de qué les sirve a los nacionalistas haber soltado la Consejería de Sanidad y su deuda histórica o la Consejería de Obras Públicas y sus convenios de carreteras y obras hidráulicas. Aquí lo que se firma es una letra con fecha de vencimiento, que sólo podrá hacerse efectiva si cambia el dueño del banco. Si no cambia, habrá que negociarla de nuevo con el banquero de siempre.