Playas, sol y caras sonrientes como muestra de la alegría patria. Tenerife vende sus bondades a los más de cinco millones de turistas que visitan la "isla amable". Panderetas y tambores anuncian una realidad paralela a la de miles de ciudadanos que no pueden ingerir el verso optimista de la clase política, que esconde bajo el cascote de la fantasía dialéctica los más de 120.000 parados que soporta un territorio capaz de empadronar un enjambre de investigados que mueven el alfil en el tablero de la doble moralidad.

Los Sabandeños ya no pueden cantar a una ciudad de Santa Cruz donde el 26% de los hogares sufre extrema desigualdad social y un sector de la población sortea su ciclo vital en chabolas, mientras se gestan los pactos en las diferentes administraciones tras el dictamen de los ciudadanos.

Tras una campaña electoral insustancial y fútil, los "selfies", la apresurada apuesta por la transparencia como entelequia real y los Whatsapp ciudadanos centraron la imaginación de una clase política que puso de manifiesto la apretada creatividad. Se esperaba un ejercicio de realismo con los "selfies" de Patricia Hernández o de Carlos Alonso retratando el duro ritual de las personas que viven en los barrancos de la capital o en el Pancho Camurria. Y por qué no, otro en la cola de Servicios Sociales o de Cáritas.

Lo que Fitur vende, Arona lo esconde. Frente a las grandes playas y los fastuosos hoteles, la otra cara de la moneda evidencia condenados y una larga lista de imputados por prevaricación y supuesta concesión de 131 licencias ilegales. En el centro de la diana, un grupo nacionalista que permanece investigado y cuyo candidato a la Alcaldía puso en tela de juicio el eje principal del Estado de Derecho: la labor de la Justicia. La ciudadanía castigó el 24 de mayo dándole el beneficio de la duda al PSOE.

En Puerto de la Cruz, Penélope sigue esperando a Odiseo. Sí, aquella preciosa mujer que antaño era admirada por todos y hoy está descuidada y relegada al olvido. Así está la ciudad turística, pese a que el Consorcio de Rehabilitación le juró en 2011 un baile de gala y el mejor vestido del convite. Por el momento, el regalo está comprado, en forma de Plan de Modernización, pero ella tiene un límite, igual que la paciencia de los más de 16.000 ciudadanos que se quedaron sin sus trabajos desde el inicio de la crisis en el norte de Tenerife.

En un rincón de la feria, se esconde el espacio dedicado a la Prestación Canaria de Inserción (PCI) custodiado por una consejera que explica el agotamiento de unos fondos necesarios para miles de tinerfeños. A escasos dos metros, los visitantes pueden tomar un vino mezclado con tinto de Ciudad Real, mientras el Servicio Canario de la Salud muestra amablemente la comodidad de los pacientes que permanecen hasta tres días en los pasillos de Urgencias del Hospital Universitario de Canarias. La prioridad está clara: recuperar San Borondón.