Escribíamos en nuestro anterior artículo que en las recientes elecciones municipales y autonómicas los denominados partidos emergentes habían situado su enfoque en cuestionar el sistema. El sistema ha sido cuestionado, pero con procedimientos nada edificantes y falseando la realidad.

El espectáculo se ha dispersado sobre un monturrio de detritus de todas las organizaciones que no han dudado en convertir lo que en teoría debió de ser transmitir al ciudadano ¡una sola propuesta! de futuro. En su lugar, surgió un chismorreo recovero donde se vendía pescado en mal estado. La crisis y las austeridades fueron impuestas a la mayoría del pueblo. El Gobierno de Rajoy protege clarísimamente a la banca y privilegiados hasta levantar la frontera de un diez por ciento de la población absolutamente mimada y, al otro lado de la empalizada, el noventa por ciento conculcada sin miramientos y entullada en impuestos. Se activó la espoleta que reventó en las urnas avivando el descontento e inclinando el voto hacia unas posiciones que, poco a poco, van dibujando un camino extrañamente demócrata.

Una coalición escorada hacia estados radicalmente populistas propiciaría, seguramente, un gran pacto entre el PSOE y el PP en la próxima consulta del mes de noviembre a raíz de la enorme cascada de disparates que surgen cada día desde las nuevas formaciones.

Lo que ocurre es que el estupefacto ciudadano conoce, de primera mano, la ristra de engaños con los que los "populares" de Rajoy y Soria (este último específicamente con Canarias) embaucaron a toda España desde el primer minuto tras haber ganado las elecciones generales. Los recortes sociales, los millones de parados, los empleos basura, el billón de euros de deuda pública, las amnistías amistosas, la población infantil en penuria, las amenazas de Hacienda a los nuevos ayuntamientos, la ley mordaza que llegará... son ejemplos de una política absolutamente errada que ha desembocado en la transformación de nuestro país en un páramo rebosante de una repugnante corrupción que abarca, igualmente, a los socialistas-obreros.

Es difícil discernir qué es más horripilante: ¿Gürter o "ERE" andaluces? Los dos asuntos son, sin duda, execrables y causantes del hartazgo generalizado. Rajoy quiere acercarse al ciudadano sustituyendo cargos de segunda y conservando a todos los de la bancada azul. Tenemos escrito aquí mismo que estos cambios, con las elecciones generales a la vista, no contribuyen sino a acrecentar el malestar interno en la organización de derechas que contempla cómo la regeneración anunciada llega con la continuidad de un joven Javier Arenas con cuatro décadas a sus espaldas en primera línea política. Pero no es cuestión de ser muy explícitos, porque de algunos gallegos ilustres está salpicada la historia de España.

La remodelación llegó también a Canarias en forma de disuasiones mercantilistas y posteriores cesiones. Las mismas personas seguirán mangoneando todas las instituciones. Hay una excepción: el presidente insular, Carlos Alonso, el político más inteligente, ha nombrado, a modo de chupete, a un consejero del PP "embajador" de los problemas tinerfeños en Madrid. Formidable. Lo que ya no es tan formidable es lo del Ayuntamiento del Chicharro, que, con su pacto, ha retornado a los tiempos más oscuros de la Casa de los Dragos.

Recordemos lo que años atrás manifestaba el PP en un pleno: "Hemos respaldado las decisiones en los conflictos judiciales del caso Las Teresitas, problema del Mamotreto; Plan General de Ordenación, asunto Forum, Emmasa, cuentas del colegio Hermanos García Cabrera, apoyo a la concejal de Urbanismo, sí al gobierno de concentración con la incorporación del CNN y Ciudadanos... No se le puede pedir más lealtad al PP. Hemos apoyado "asuntos de enjundia". Este oscurantismo que la Justicia está sacando a flote puede complicarle la buena gestión que, hasta ahora, realiza el alcalde Bermúdez. El único que ha cumplido lo prometido antes de unas elecciones. Le queda Valleseco.