La noticia de que van a rodar una película en Santa Cruz no es sorprendente. Siempre he pensando que las calles de esta capital, un martes por la noche, son el decorado perfecto para una película de zombies o una de esas de ciencia ficción en un mundo postapocalíptico donde un virus ha extinguido todo rastro de vida humana.

Pero no. Lo que vienen a rodar es una de las famosas secuelas de Jason Bourne, el personaje inspirado en una larga serie de novelas (ejem) de Robert Ludlum. Aquí cuando no llueve no cae ni gota, pero cuando se decide a llover es como una catarata. De repente nos ha dado una jaqueca importante con lo de Hollywood. Para allá se fue Paulino Rivero en uno de sus últimos viajes de presidente (los presidentes cuando se van a ir del cargo suelen darse un par de veces la vuelta al mundo, seguramente para no tener que estar en su cargo viendo la cara de la gente que sabe que se va a ir). Y tanto el Cabildo como el Ayuntamiento capitalino han tendido sus redes para ofrecer la isla y el municipio como plató natural para los rodajes.

Me imagino que saben donde se están metiendo. Aquí la gente es muy suya, y eso de que te monten un rodaje de madrugada en la calle de delante de tu casa, con focos como castañas pilongas, explosiones de humo, disparos, gritos y varias repeticiones, igual a alguna gente de mal despertar le puede poner de mala leche.

Cuentan que una noche, en esta cosmopolita capital de cambulloneros, a un conocido empresario que estaba cenando con el famoso trío Los Panchos se le ocurrió darle una serenata a una señorita a la que admiraba profundamente. Por así decirlo. Convenció al conocido trío de que le hicieran ese enorme favor para conseguir impresionar a aquella mujer y después de cenar se fueron al pie de su balcón, en una céntrica calle capitalina, sacaron los instrumentos y empezaron a atacar un bellísimo bolero. A la segunda canción, la señorita salió al balcón encantada de la vida y sonriente casi al mismo tiempo en que, dos balcones más arriba, salía un energúmeno en pijama, armado con un cubo de agua que cayó encima de Los Panchos, que, cogida la indirecta, guardaron los bártulos y se fueron discretamente.

Aquí el personal, si no es en carnavales, no quiere saber nada que no sea apagar la tele y meterse en el sobre. Somos una espléndida ciudad dormitorio. Espero que el tal Bourne venga con un seguro a todo riesgo antes de ponerse a dar tiros en nuestro vecindario no vaya a ser que se acabe la saga del superespía cuando baje un prójimo caliente y le pegue una morretada y vuelva a perder la memoria, esta vez para siempre.

La novelería de conseguir un trabajo de extra y la presencia de un equipo de rodaje madre in Usa van a epatar mayormente a la gente joven. Más vale que el Ayuntamiento empiece a hacer una campaña de mentalización y publicidad del rodaje. Que a los hijos del cambullón los carga el diablo.