Mezclo a propósito el título del artículo de Mariano José de Larra y la exclamación del humorista José Mota -entonen como él- a colación de sensaciones que se me van reproduciendo tozudas en mi quehacer profesional y que dicen mucho de una evolución que me apetece contar hoy.

Evitaré, como es lógico, nombres concretos, pero igual que reflexiono sobre el tema en cuestión, igual ustedes podrán intuir algunas de las personalidades que, en el ámbito gastronómico cortan el bacalao.

Paso al grano. Hace unos quince años, cuando me puse a esto del periodismo gastronómico, inicié una andadura en la que la gestión de las fuentes era indispensable. Para afrontar una página diaria en este periódico que se atrevió con el proyecto, para indagar en la gastronomía, para ofrecer al lector hechos y noticias con trabajos fundamentados había que acopiar -como se hace en cualquier especialidad periodística- nombres y agenda de los actores que hicieron posible en España, en general, y en Canarias, en particular, todo lo que es hoy el big bang de la culinaria y la vinicultura.

A lo que vamos. De mi agenda histórica he de decir que si hace unos años llamaba directamente, y a su móvil, a uno de los que hoy son estrellas mediáticas televisivas que luce vistosas chaquetillas, éste me atendía sobre la marcha. Para lo que requiriese, con una -entiéndase- amistad gratificante que muchas veces se cerraba en conversaciones de madrugada, gin tonic en mano y hablando de cocina, proyectos y rugby.

Dios me libre que los lectores piensen que comente que si hoy tengo que llamar a dos teléfonos distintos, como filtro, que además me remiten a un correo electrónico para que me ciña a mi solicitud -para que luego me contesten, si lo hacen, una semana después- es por algún tipo de reproche. Por, vamos a llamarlo, el "favor perdido".

Ni muchos menos. Pretendo plasmar una realidad de que muchos chefs y figuras diversas de la gastronomía (críticos gastronómicos, bodegueros, prescriptores del vino, maîtres,...) están tan "hasta el cuello" en proyectos, además de sus restaurantes, colaboraciones en los medios, en los reality-show, en los congresos internacionales y avalando productos, géneros y robots, productos de dieta y vitaminas que han dejado sus agendas milimetradas a personas de confianza hacia el contacto "exterior".

Repito y permítanlo. En el desempeño de mi labor para los frentes en los que estoy comprometido, he estado experimentando esa fenomenología y evidente contraste de cuando tlefoneaba a unos y a otros y cómo hoy la "burocracia" me aboca a contar con unas declaraciones tres meses después.

Siguiendo las pertinentes indicaciones para tener contacto con un célebre dueto televisivo, había que precisar una serie de condiciones para tal hecho; después de un tiempo más que razonable, otra vez insistir, hasta que la contestación fue fulminante: hasta septiembre no podrá ser.

En fin, estas situaciones se reproducen y creo que forman parte también de esa situación ajetreada de estos popes de la coquinaria que se han puesto a la par de los grandes deportistas, los políticos intocables, los artistas de cine,... En fin.

Como entre col y col siempre habrá alguna lechuga, he de decir que es refrescante que algunos de los "enormes" tengan esos 15 minutos necesarios para tener datos frescos y se sientan a atenderte cuando le está esperando toda una cuadrilla de la televisión japonesa para realizar un documental. Reconfortante, sí.

Tiempos cambian y lo de "vuelva usted mañana" ha terminado irremisiblemente en "no antes de tres meses".

* Director de la revista gastronómica Mesa Abierta